Si Ricardo Anaya y Gustavo Madero se dejaron ver juntos, eso no fue producto de una mera casualidad. Desde hace algunos meses, el excandidato presidencial de
la fallida alianza entre el PAN y el PRD, conocido como el “Joven Maravilla”, planea su regreso a la escena política y el gobierno de la llamada Cuarta Transformación, a no querer, le está ayudando para lograrlo.
Hace ya varios días, jóvenes embozados tomaron la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM, en protesta por la invitación que se le hiciera a Anaya para impartir el diplomado: “Política mexicana contemporánea, una mirada plural”; lo acusaron de participar en la ultraderecha y recordaron que el excandidato presidencial fue señalado en investigaciones por corrupción y lavado de dinero, la víspera de las elecciones del 2018 y con esas acciones, estos jóvenes que se ocultaron detrás de una organización totalmente desconocida: “Estudiantes Organizados de la UNAM”, consiguieron, se reitera, sin querer, que el exabanderado presidencial de manera paulatina, regrese por sus fueros, —el PAN—, para supuestamente colaborar en la estrategia que tiene planeada Acción Nacional para convertirse en la principal oposición no solo en las elecciones del 2021.
La reunión del ex “Joven Maravilla”
con el hoy senador, se registró meses después de que ambos personajes tuvieran un enfrentamiento debido a que el primero hizo todo, incluida la traición a quien era considerado como su mentor, para convertirse en el candidato presidencial de la entonces coalición “Por México al Frente” y en esa posición, Anaya Cortés nunca pudo embonar con uno de los partidos que lo postuló: el PRD.
De hecho, bien podría concluirse que
la unción del panista que pasó de dirigente del partido a abanderado presidencial, marcó el derrotero para que el Sol Azteca empezara a extinguirse, entre otros factores, por la alianza perversa que estableció Anaya Cortés, devaluando al mínimo los principios rectores del partido que recientemente cumplió su 80 aniversario, celebración que transcurrió con más pena que gloria, entre otras razones, porque los dos presidentes panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón, ya no son militantes del partido albiceleste que llegó a tener su mejor época dos sexenios.
El casi inminente retorno de Ricardo
Anaya a la política debería de ser muy bien analizado no sólo en las filas panistas, ya que en el pasado al queretano le ganó la tentación del poder, amén de que tendría que revisarse con qué activos retorna y qué podría aportar para que Acción Nacional pueda construirse como la oposición que tanto se requiere tanto en la actual coyuntura, como en las elecciones del 2021. ¿Será por eso que Madero declaró que Anaya tendrá bajo perfil?
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