“Gabriela Mistral y las mujeres de esta novela pelean por su autonomía"

La Estación De Las Mujeres (Alfaguara, 2019) es una novela sobre mujeres, escrita para ellas, para las que a pesar de sus circunstancias físicas o emocionales luchan por conseguir una autonomía que les ha sido arrebatada por siglos.

El nuevo libro de la escritora y bióloga chilena Carla Guelfenbein, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2015, entrelaza el pasado y el presente; las historias de cuatro mujeres decididas a no esperar.

Sus vidas están curiosamente enlazadas a las inmediaciones de la Universidad de Columbia en Nueva York, la misma estancia en la que Doris Dana conoció a la poeta y diplomática chilena Gabriela Mistral. Su amor disruptor funge como hilo, que una las vidas de Margarita, una mujer empeñada en descubrir a sus esposo alguna infidelidad; Elizabeth, que intenta escapar de su vida acomodada en la Gran Manzana; Doris, pareja y heredera de Gabriela Mistral; Juliana una pastelera octogenaria fascinada con el recuerdo de una misteriosa mujer que de niña cambió sus expectativas sobre la vida y Anne, la conserje de un edificio que tras una lectura sobre los pasos a seguir para desaparecer se esfuma sin que su mamá o Margarita lo intuyan.

“Caminando por Nueva York comencé a escribir historias, la de Margarita, Elizabeth, eras situaciones o personas que me inspiraban. Sin tener la noción de que se iba a transformar en una novela las historias comenzaron a surgir, por eso el relato final tiene una estructura fragmentada. Pedazos de vida de diversas mujeres que tienen relación entre ellas. Un origen azaroso”, asegura la autora en entrevista a ContraRéplica.

¿Cómo llega la figura de Gabriela Mistral a este relato?

Conforme escribía los relatos fue investigando que Gabriela mistral y Doris Dana se conocieron en la universidad de Columbia en los años 40. En su encuentro se quedaron prendadas la una de la otra y me pareció una historia fascinante por todo lo que implicaba dado el contexto social de la época. Yo tenía claro que no podía escribir sobre la relación desde la voz de Gabriela, hubiera sido un acto muy arrogante de mi parte y se me hizo más factible hacerlo desde la voz de Doris Dana. Estamos hablando de que son los años 40 y 50 y ellas viven una relación eléctrica, Gabriela se refiere así misma bajo lo masculino, vivió su homosexualidad de una forma plena, y eso fue muy rupturista, parece fácil pero para una mujer como ella, Premio Nobel, proveniente de una extracción humilde, que huyó de Chile para no soportar el conservadurismo de la sociedad fue un acto libertario.

¿Dónde termina la ficción y empieza la realidad?

La historia de Doris y Gabriela es real, algunos fragmentos están basados en las cartas que mistral escribió a Doris. Hay una mezcla muy fina entre la ficción y los hechos reales. Doris tenía problemas de adicción. En estos relatos la muerte está gravitando en contraposición a la necesidad de una vida y la imposibilidad de vivirla plenamente.

Doris no es capaz de tener un amor a medias, ella lo quiere todo.

¿Definirías esta novela como feminista?

Yo creo que es una novela feminista, pero tenemos que entender qué es el feminismo. Yo me defino como feminista en el sentido de que soy consciente de que las mujeres hemos sido desplazadas. Por lo tanto ser feminista es dar cuenta de una realidad que nadie puede objetar, de la que tenemos mucho qué decir. Esta novela es la mirada de mujeres que tienen una posición particular ante la vida pero que de alguna manera están atrapadas en su condición de mujeres.

¿Las mujeres del relato son libres?

Creo que el concepto homogéneo de libertad, no existe. Estamos sujetos a muchas reglas. Yo dría que la libertad total es una quimera y que una mujer libre es una mujer que tiene posibilidades e instrumentos para poder existir en el mundo y la base de eso es la educación. Las mujeres de la novela son mujeres que están peleando por su autonomía por su deseo de vida.

Hacen pequeños actos, que en el fondo son los más importantes, porque son maneras violentas de desafiar sus destinos.