¿Que prohibiciones enfrentan las mujeres sauditas, aún en el Siglo XXI?

La noticia de que las mujeres en Arabia Saudita podrán obtener un pasaporte y viajar al extranjero sin la autorización previa de un tutor masculino se recibe con beneplácito. Sin embargo, aún cuando ese país se dice decidido a cambiar su imagen de reino ultraconservador, hay leyes, políticas públicas y costumbres que obstaculizan su libertad.

Para empezar, no tienen derecho a moverse de manera independiente, sin un cónyuge legal o un pariente varón. Ese acompañante se llama mahram y sin su permiso las mujeres en aquel país no pueden conseguir trabajo, casarse, ir a la universidad e incluso someterse a una cirugía.

En caso de que tengan que presentarse ante una corte o frente a la policía, necesitan de un hombre-guardián que confirme su identidad, porque no puede quitarse el hiyab.

Además no pueden quejarse del mahram, incluso si abusa de su autoridad.

Desde 2017, el rey de Arabia Saudita emitió un decreto que les permite conducir automóviles, pero necesitan el permiso previo de su tutor.

Y si no quieren conducir, viajar en transporte público es también complicado, pueden moverse en tren, pero sólo en un vagón separado y ubicado al final. La opción: caminar o en taxi.

Respecto a la forma de vestir, la ropa debe estar hecha de tela densa, opaca y no enfatizar las curvas, aunque las reglas pueden ser más o menos estrictas, según la región. Pero cuidado, una víctima de violación puede ser declarada culpable si el vestuario no se ajustó a las reglas.

En cuanto a la educación, sí pueden acceder a ella pero con restricciones. Primero el permiso previo del tutor, la calidad en universidades para mujeres es mucho menor, las becas son de manera preferente para los hombres.

Pero para qué estudiar si a pesar de reformas y levantamiento de prohibiciones, en el mercado laboral de Arabia solo el 17 por ciento son mujeres, la mayoría se dedican a cuidar casa e hijos.

Si quieren trabajar, nuevamente el permiso previo de su hombre-guardián, siempre y cuando no descuiden sus responsabilidades familiares y el panorama laboral se restringe a la medicina, enfermeras, maestras, además de evitar la comunicación con hombres desconocidos y eso sí, como en otros países, sus salarios son más bajos que los del sexo masculino.

Si contratan a una mujer, el empleador tendrá que gastar en el arreglo de oficinas, baños, áreas de recreación e incluso entradas individuales para ellas.

En cuanto a las relaciones personales, en general se casan muy temprano, los embarazos y partos precoces debilitan la salud y los hechos sobre un niño mayor de siete años, pertenecen exclusivamente al padre. No pueden recibir visitantes y si hablan con alguna amistad, solo en su mitad de la casa. La mayoría de las casas en Arabia Saudita tienen entradas separadas, una para hombres y otra para las mujeres.

Esta división entre hombres y mujeres se mantiene en los espacios públicos. Así, donde se venden alimentos hay lugares para familias, solteros y solteras.

Hasta en las herencias, un hombre obtiene 2 veces más que una mujer y en las áreas rurales las reglas son que las mujeres queden excluidas de la lista.

Las que quieran ser deportistas la tienen muy difícil. Desde 2012 y bajo la presión del Comité Olímpico Internacional pueden representar a su país en los Juegos Olímpicos, pero no reciben educación especial, no tienen apoyo de la sociedad ni del Estado y tienen acceso limitado a equipos deportivos.

Y si no cumplen con las leyes y tradiciones, los castigos están lejos de ser justos. De los más suaves son latigazos.

La liberación de prisión solo es posible después de la aplicación del tutor, quien también puede exigir que se endurezca el castigo.

Así las leyes y tradiciones aplicadas a las mujeres en Arabia Saudita en el Siglo XXI.