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“¿Who is? ¿Who is?”

“¿Who is? ¿Who is?”

Columnas jueves 14 de noviembre de 2019 -

El nacimiento de una estrella en el deporte, sin importar la disciplina, es un momento “cósmico” en el que se descubre a un personaje fuera de serie, esto gracias a la primera vez que entran a escena para demostrar su talento ante un público que está por presenciar un momento histórico, tal como sucedió con Fernando el Toro Valenzuela.

Sí, escribí “cósmico”, porque ese instante en la vida de una figura deportiva es igual al momento en que una estrella comienza a brillar en el espacio al juntar fragmentos de materia de las nubes frías de gas y polvo que flotan, es decir, las llamadas nebulosas.

Esto sucedió con el originario de Etchohuaquila, Sonora, aquel 9 de abril de 1981, un día que quedó para la historia, pues el mexicano brilló en su primera aparición en el diamante del beisbol de los Grandes Ligas, al verse enfundado en la histórica indumentaria de los Dodgers de Los Ángeles y es que para el arranque de la temporada de 1981 el manager, Tommy Lasorda, quien llevaba el equipo en ese entonces, sufrió al no tener opciones para mandar un lanzador abridor.

Esto sucedió porque se había quedado corto por diversas lesiones que algunos jugadores estelares presentaban desde los entrenamientos, esto dio paso para que el también conocido como Toro, tuviera su primera oportunidad en Los Ángeles y fue convocado con el equipo de primera línea para ser registrado como activo.

Era la oportunidad soñada de todo beisbolista que busca la gloria en Las Mayores, aunque era contemplado para el tercer juego, era obvio, no lo conocían y no sabían de lo que era capaz aquel zurdo de tez morena; lo que nadie esperaba era una lesión de Jerry Reuss, el abridor, a quien no le respondía la pantorrilla en el duelo inaugural del equipo, el rival, los Astros de Houston; Lasorda en un acto más de desesperación que de confianza, mandó al mexicano a la loma y el resto, es historia.

Nadie lo creía, no sabían de dónde había salido; era la mitad del quinto inning y la pregunta de todos esa noche era: “¿Who is? ¿Who is?”. Público asistente, comentaristas deportivos, propios y extraños, veían como ese hombre de cabellera dispersa y corazón de leyenda enamoraba a todos con una zurda de oro.

Fernando Valenzuela se anotó un juego completo esa noche, blanqueó a los de Houston y ese equipo azul y blanco salió victorioso por dos carreras a cero, un duelo inolvidable para aquellos que seguro presenciaron ese juego, el nacimiento de una estrella que hoy es una leyenda que al final su número #34 pasó a la inmortalidad, pues fue retirado de los Dodgers, novena en la que sembró dos títulos, 173 duelos ganados, dos mil ponches y el reconocimiento de toda la comunidad beisbolera que seguro ven merecida, por fin, su inducción al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano.






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