Dos agencias especializadas de Naciones Unidas han colocado al éxodo venezolano como el principal problema humanitario de este tiempo en las Américas. Cada día, de forma silenciosa, pero indetenible, unos 5,000 venezolanos cruzan a pie la frontera hacia Colombia. Se van a pie, con lo que llevan puesto o puedan cargar en sus brazos.
Desde que comenzó la crisis migratoria venezolana,
en 2015, a la fecha han salido casi 5 millones de personas.
Eso representa algo más del 20% de la población total de
Venezuela. Lo más alarmante, según diversos estudios de opinión, es que una cuarta parte de los venezolanos que no ha emigrado planea huir de la crisis en los próximos meses.
Si nada ocurre, es decir si Maduro se mantiene en el poder obsesionado solamente con estar en el poder, y nada
revierte las dramáticas condiciones de las que huyen los venezolanos, dentro de un año, al cerrar el 2020, serán 7 millones de emigrantes los que hayan salido de su país.
Durante buena parte de estos años, estando Nicolás
Maduro en el poder, el discurso oficial se ha encargado de restarle importancia al asunto. Desde negar de plano que hubiese una crisis migratoria, hasta asegurar que quienes se iban eran jóvenes de la clase alta.
Lo peor, sin embargo, que ha hecho Maduro es manipular
con la situación precaria de muchos migrantes venezolanos.
Desde Caracas han enviado algunos aviones, pagados con
fondos públicos, a Lima o Buenos Aires en una suerte de “plan vuelta a la patria”. Se pescan a venezolanos que han perdido empleos o no se han adaptado en otras latitudes, se les embarca en un avión y al llegar a Venezuela se les monta un show mediático con los canales de la televisión oficial.
Todos parecen reproducir el mismo libreto: allá hay xenofobia, nos maltratan, no hay como vivir en Venezuela.
Se llevan a Caracas traen 100 ó 200, en un total de vuelos que no alcanza la veintena, y se le presenta como un gran plan. Es una cifra ínfima si no nos olvidamos que cada día 5,000 se van sin planes de volver.
Siendo una migración mayormente pobre, que huye
con lo que lleva puesto, estos venezolanos se han afincado principalmente en países cercanos. Hace recorridos a pie de centenares y en no pocos casos de miles de kilómetros.
Pernotan en plazas, establos y en la propia vía pública. Caminantes les llamó la prensa colombiana.
Y así llegamos a lo que vienen siendo algunos casos de
xenofobia, aislados, que han ocurrido en Perú. ¿Qué hace Maduro? No le dice a los venezolanos afincados en Perú que la embajada y consulados venezolanos están abiertos y atentos para brindarles ayuda y atención. No le hace un llamado serio a las autoridades peruanas en aras de que se garantice la seguridad de los connacionales. Nada de eso ocurre.
Lo que sí hace es pedir plata. Este 29 de septiembre Maduro tuvo el descaro de pedir que la ayuda humanitaria que
recogen entes como ACNUR vaya a sus manos directamente.
“Si ACNUR nos diera 200 millones de dólares alquilaríamos
suficientes aviones para traer a todos los venezolanos (desde el Perú)”, tuvo el descaro de decir.
Maduro no sólo quiere montar el show, sino que ahora
quiere que otros corran con los gastos.
• Periodista e investigador de la Universidad Católica
Andrés Bello, en Caracas.@infocracia