Columnas
Llega el 2019, el mundo luce vacilante. Es una época tan compleja que es difícil hacer predicciones. El orden mundial basado en reglas establecidas por las instituciones del sistema internacional está bajo amenaza.
La tendencia global de los últimos años hacia la disminución de las libertades, ya pone en entredicho los derechos sociales y laborales que muchas sociedades consideraban adquiridos. Las grandes potencias siguen abasteciendo a sus ejércitos, parecen más dispuestas a empuñar las armas que a enfrentar los problemas por medio del diálogo.
El calentamiento global ya está provocando efectos catastróficos; y la diligencia a terribles problemas, como la pobreza y la desigualdad, la seguimos posponiendo de uno a otro año, como si los resolviera el tiempo.
La economía global es más frágil de lo que era hace un año, los mercados están inquietos primordialmente por la guerra comercial entre Estados Unidos y China. La última perspectiva económica proyecta que el crecimiento mundial, para el año entrante, será de 3.7 por ciento. Estados Unidos será el motor de la economía global y si el crecimiento se mantiene será el periodo de expansión más largo de su historia.
Sin embargo, el déficit comercial estadounidense se está ampliando gracias al apetito del país por las importaciones. Es sabido que a Donald Trump le aterra esa idea, por lo que podría imponer todavía más aranceles e iniciar una guerra comercial. Trump está debilitando el sistema de comercio global. Por ello es importante que en este 2019 se trabaje en el marco de la Organización Mundial del Comercio para reformar las reglas del comercio mundial.
Este año más de un tercio de la población mundial celebrará elecciones a nivel nacional. El mundo está fracturado y avanzan los extremos políticos, cediendo ante el nacionalismo. La democracia vive serios desafíos, hay más populistas en el poder. Los procesos electorales en América Latina girarán entorno a los altos niveles de violencia, corrupción e impunidad.
En el continente africano las elecciones se verán afectadas por la debilidad económica, por la amenaza terrorista en toda la región, por la persecución a líderes políticos y sociales; y las reclamaciones independentistas. Los comicios en los países europeos pondrán en la mesa del debate la propia existencia de la Unión Europea, discusión alimentada cuando Reino Unido abandone la membresía europea definitivamente; y por las elecciones del parlamento europeo.
En todos estos procesos veremos que todavía tenemos mucho que hacer por la democracia. Advertiremos una potente ofensiva en contra de valores y principios democráticos, pero también, frente a aquellos que promulgan el retroceso a estos principios encontraremos resistencia de la sociedad, especialmente en los jóvenes. Será el despertar de una generación que acusamos de indolente.
La importancia del 2019 estará determinada por cómo enfrentamos los retos que nos esperan, dialogando o discutiendo.