Curiosamente la primer foto que seleccioné por la mañana, fue una capturada por el fotoperiodista tailandés, Athit Perawongmethade: Donald Trump reflejándose en un espejo del interior del palacio de Akasaka, en Tokio.
A pesar que tenía mucha cuestión técnica de la cual podría hablarles, después encontré este monumental retrato y me invadió el pensamiento y saturó mi capacidad visual.
Creo que hasta se bloqueó mi sistema nervioso, porque ya no pude observar con detenimiento ninguna imagen, y miren que siempre veo cientos de ellas diariamente para poder seleccionar una.
La fotografía fue tomada por el fotoperiodista estadounidense Jonathan Ernst, de la agencia Reuters, justo en el momento en que el presidente Trump responde una pregunta a algún reportero después de aterrizar en Alaska para cargar combustible del Air Force One y continuar su viaje hasta Japón.
El encuadre en la fotografía, inicia siendo intuitivo; es decir, eliges lo que quieras o a quien quieras fotografiar y lo acomodas en el visor, de tal forma que asegures que los demás lo vayan a ver a la hora que les muestres tu foto.
Un ejemplo, si quieres una foto de tus hijos o de tu pareja, obvio te vas a acercar a ella y querrás que no salga nadie a su alrededor para que la atención de todos sólo sea a él o ella.
A eso le llamamos, centro de interés, o sea, a dónde quiero que vean, los que apreciarán mi foto en Instagram o en un impreso (si es que alguien todavía imprime).
Ahora, cuando éramos principiantes tomábamos las fotos siempre centradas, ¿a poco no? Conforme alguien en la familia ha estudiado fotografía, ha roto esa tendencia en las fotos familiares y es muy bueno.
Seleccionamos a nuestros fotografiados y los colocamos justificados a la derecha o izquierda, haciendo uso del concepto “la regla de los tercios”, un acto casi en automático, en donde imaginamos una cuadrícula y colocamos a las personas u objetos de tal forma que la mirada o el centro de interés caiga en cualquier intersección de las líneas.
Suena complicado, pero por eso hago énfasis, en que es un acto casi automático, e igual de importante es dejar un poco de aire alrededor; es decir, un espacio libre alrededor del fotografiado, para no tener una foto inmensa sin un respiro visual.
Pues, así es Donald Trump, aunque le des espacio, y le dejes aire a sus imágenes, es absorbente. Este momento capturado por Jonathan es un ejemplo de que hay personajes que son tan grandes, y con una imagen excesiva en su cabello, en su color piel, en sus trajes, su corbata; es decir, todo en él es desmesurado, que cansa.
E incluso, podría decir que más que cansa, atrapa tu mirada y te acerca con la fuerza de un imán para observarlo todo de él.