Una vez que llegas a la edad adulta se te hace más difícil adjudicarle el título de maestro a una persona. En nuestra niñez, en el ámbito escolar, es lo usual. Llamas maestra o maestro a quien tuviste de niño y con el paso del tiempo le sigues llamando de esa forma.
Este domingo falleció en Bogotá el periodista Javier
Darío Restrepo. Con él, varias generaciones de periodistas latinoamericanos, entre los que me incluyo, tuvimos una reconexión diferente con la discusión sobre la ética periodística.
Con el respaldo institucional de la Fundación del Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que fundara el legendario Gabriel García Márquez, Restrepo podríamos
decir que puso de moda sus cursos de ética periodística.
Tuve el privilegio de estar en uno de esos cursos en
Cartagena hace década y media. Durante varios días Restrepo usaba no una disertación teórica sobre cuestiones éticas, sino que se adentraba en ejemplos muy prácticos, realmente colocaba a los participantes ante diversos dilemas.
Y, sobre todo, ubicaba este dilema ética como un asunto personal, ante el cual cada persona tenía siempre la
opción de escoger su forma de actuar o de responder ante lo que la realidad te plantea.
De aquella experiencia salí siendo otro. No sé si mejor
o peor periodista, pero sí uno más consciente del rol que me tocaba jugar en la sociedad.
Como la gran mayoría de los que participamos en
aquellos talleres, que se repitieron varias veces al año, durante unas dos décadas, salí llamando maestro a Restrepo.
Javier Darío Restrepo fue un maestro de ética para el
periodismo latinoamericano.
No sólo formó a personas de muchos países, sino que
también con apoyo de la FNPI, sostuvo durante largos años un consultorio ético en línea. Respondió más de 1.500 preguntas. Ante cada pregunta su respuesta era una interpelación. Y además tenía la virtud de compartir alguna referencia bibliográfica o lectura.
No sólo fueron sus clases, de varios días de forma intensiva, sus charlas y conferencias en diversos lugares
de América Latina, dejó también algunos libros escritos que son referencia para la enseñanza de la ética entre los periodistas.
Y Restrepo fue un referente en tanto defensor del periodismo y los periodistas en América Latina. Con frecuencia usó sus tribunas públicas para denunciar casos de
violencia contra comunicadores en países como México o Venezuela, alentó a periodistas en situaciones de riesgo y demandó justicia de los poderes públicos no sólo en su país natal, Colombia.
Afable en su trato personal, accesible a todo aquel
que se le acercaba a saludarle o incluso a hacerle consultas en cualquier ámbito. Encarnaba él, y así lo supo, que era un maestro y que por tanto se debía a sus discípulos.
El periodismo latinoamericano que enfrenta tantos
riesgos en esta hora, tanto por las amenazas de quienes ejercen el poder, como por la actuación de los poderes facticos, pierde a un gran referente con la partida de Restrepo. Adiós, maestro.
Periodista e investigador de la Universidad Católica
Andrés Bello, en Caracas.@infocracia