El valiente y profético cardenal norteamericano Leo Burke ha hecho unas declaraciones contundentes ante las que los católicos no podemos quedar indiferentes, ha dicho: Ninguna persona honesta puede negar la confusión doctrinal, casi general, que reina en la vida de la Iglesia en nuestros días. Esto se debe particularmente a las ambigüedades con respecto a la indisolubilidad del matrimonio, que se relativiza mediante la práctica de la admisión de personas que conviven en uniones irregulares a la Sagrada Comunión, debido a la creciente aprobación de los actos homosexuales, que son intrínsecamente contrarios a la naturaleza y a la voluntad revelada de Dios, debido a errores con respecto a la singularidad de Nuestro
Señor Jesucristo y Su obra redentora, que se relativiza a través de afirmaciones erróneas sobre la diversidad de las religiones, y especialmente debido al reconocimiento de diversas formas de paganismo y sus prácticas rituales a través del Instrumentum Laboris para la próxima Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región amazónica.
La afirmación sobre la diversidad de religiones en el
documento de Abu Dhabi y especialmente los errores en el Instrumentum Laboris para la próxima Asamblea del sínodo de la Amazonia —continúa diciendo el Cardenal—, contribuyen a una traición de la incomparable singularidad de la Persona de Jesucristo y de la integridad de la fe católica.
Y el profético cardenal continúa: Hay que tener
en cuenta el hecho de que el apóstol Pablo reprochó públicamente al primer Papa en Antioquía en una cuestión de menor gravedad, en comparación con los errores que en nuestros días se extienden en la vida de la Iglesia. San Pablo advirtió públicamente al primer Papa debido a su comportamiento hipócrita y al consiguiente peligro de cuestionar la verdad que dice que las prescripciones de la ley mosaica ya no son vinculantes para los cristianos.
¿Cómo reaccionaría hoy el apóstol Pablo si leyera
la oración del documento de Abu Dhabi que dice que Dios quiere en su sabiduría igualmente la diversidad de sexos, naciones y religiones —entre las cuales hay religiones que practican la idolatría y blasfeman a Jesucristo?
¡Tal afirmación produce, de hecho, una relativización de la unicidad de Jesucristo y de su obra redentora! ¿Qué dirían San Pablo, San Atanasio y las otras
grandes figuras del cristianismo al leer una frase así y los errores expresados en el instrumento de trabajo para la próxima Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica?
Es imposible pensar que estas figuras permanecerían en silencio, o se dejarían intimidar con reproches
y acusaciones de hablar «contra el Papa».
No es misión de la iglesia la ecología, la migración,
la masónica fraternidad universal, la herética homologación de las religiones, el combate a la pobreza y demás disparates, lo suyo es el anuncio de Jesucristo muerto y resucitado por el perdón de los pecados y la salvación de nuestras almas. Lo demás es, como diría Pablo, basura, comparado con Cristo Crucificado.
•Sacerdote y exvocero de la Arquidiócesis de México