Armas: La extenuante tarea de Ahued

En 2003 se levantó la prohibición de compras de armas de asalto, que había instituido la administración de William Clinton, y en la actualidad se puede adquirir armamento que inclusive se encuentra restringido para las propias policías.

Esto provocó que, a lo largo de más de una década, los cárteles de las drogas hayan obtenido armamento de guerra y que lo utilicen con frecuencia, lo que es otra de las desventajas que enfrentan nuestras Fuerzas

Armadas y las corporaciones de seguridad. Siete de cada 10 armas que ingresan de modo ilegal, y que son incautadas en algún momento, lo hacen desde la frontera norte. La cifra negra es muy grande y hay pocos datos de otra zona de tráfico que es la franja fronteriza en el sur, donde llega armamento de origen ruso, e inclusive algunas reliquias, todavía en funcionamiento, de las guerras centroamericanas.

Hay que exigir a la administración de Donald Trump no un mayor, sino al menos un compromiso de que hará algo respecto a las armas que llegan a México. De nuestro lado hay mucho trabajo que hacer en las aduanas, las que son muy porosas.

Tengamos en cuenta que el tráfico de armas es hormiga. Son raros los descubrimientos de grandes arsenales en puntos fronterizos, porque no son necesarios. Las malas prácticas, la corrupción y hasta la costumbre han hecho que transportar un arma no sea una tarea imposible y que, en algunos momentos, resulte hasta sencilla.

Controlar eso, será una de las tareas más apremiantes para el nuevo administrador general de la Aduana, Ricardo Ahued. Su misión tendrá una dificultad mayor, porque es muy dudoso que algo cambie en Estados Unidos mientras Trump se mantenga en el poder y sus lazos con la Asociación Nacional del Rifle sigan siendo fuertes.

Por lo demás, es tiempo de aceptar que una parte de la ecuación tiene resolución en nuestro territorio. Mientras no existan controles más severos en los puntos de entrada, va a ser muy difícil que la espiral siniestra se revierta.

Es aquí donde también se puede aprender del pasado y de experiencias desastrosas, como la de Rápido y Furioso, cuando la propia Agencia de Tabaco, Drogas y Alcohol, propició el contrabando de pistolas y armas largas, para localizar a los compradores relevantes. La pista de los embarques se perdió y sólo supieron de ella, cuando el crimen organizado comenzó a utilizarlas.

Más allá del mito, no se consultó a las autoridades mexicanas, con el pretexto de la falta de confianza. En EU juegan rudo y aquí habría que hacerlo, cuando a los intereses del país convenga.