El pasado 3 de diciembre se conmemoró el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, fecha instaurada por la ONU en el año de 1992 para concientizar sobre la situación que viven en todo el mundo las personas con discapacidad.
Fui invitado a foros y eventos, en mi calidad de Presidente de la Asociación Civil “Soy Asperger” A.C., creada en 2016 para visibilizar la condición del espectro autista y la promoción de políticas públicas en la materia.
Me parece que, en estos temas, hemos pasado mucho tiempo discutiendo el uso adecuado de las palabras. Si es lo mismo Asperger que Autismo, si se dice Autista o Persona con Autismo, si se dice: soy autista o tengo autismo, si es un trastorno o condición, o si es o no una discapacidad psicosocial.
En mi opinión, la condición del espectro autista sí constituye una condición limitante, discapacitante. Pero lejos de someter el tema a discusión, me gustaría plantear las ventajas de reconocerle ese carácter, la principal de ellas es el reconocimiento de la necesidad de visibilizar, crear políticas públicas y sobre todo, implementar ajustes razonables para favorecer a la población que se encuentra en esta condición.
El autismo es una discapacidad psicosocial, sin duda. Una discapacidad se define como una condición que establece limitaciones, y es el caso, por supuesto. El falso “orgullo” de decir que no lo es, impide la posibilidad de exigir los derechos sociales, ajustes razonables, acciones afirmativas, y demás medidas previstas en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, que no solo son útiles, sino también necesarias para las personas que estamos dentro del espectro autista. Lejos de negar su carácter de discapacidad, hay que visibilizarlo para poder exigir políticas públicas adecuadas.
No tengo duda de la pesada carga semántica del término “discapacidad”, pero aún sin el uso de la palabra, las personas en el espectro vivimos situaciones permanentes de exclusión social. Dis-capacidad significa capacidad disminuida. Y al menos mis capacidades de interacción social lo están, y mucho. No concuerdo con que el término solo sea utilizable para las discapacidades físicas o sensoriales. Y, por último, creo que sería más conveniente cargar con el estigma y la consideración negativa del término “discapacidad”, si se requiere la “etiqueta”, para ubicarse en los supuestos de derechos sociales, acciones afirmativas y ajustes razonables que ofrece la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Mientras no se encuentre un término que haga referencia específica a la diversidad que representan las distintas condiciones que constituyen la diversidad social.
El sentimiento de exclusión, de aislamiento, y la sensación de no pertenencia que acompañan a la condición de autismo, es algo que yo no le deseo a nadie. Debemos trabajar juntos toda la sociedad para que esas brechas o divisiones sociales se eliminen. Que podamos construir un solo mundo en el que quepamos todos.
Flor de Loto: “No existe la igualdad entre las personas. Aprovechemos la riqueza de la diversidad social”.