Para como está el panorama, conviene recordar cada cierto tiempo que en Barcelona están pasando cosas. El fin de semana, sin el Barcelona-Real Madrid prometido desde los primeros días de agosto —con ese sutil desprecio que siempre lleva implícito el verano—, viví uno de los fines de semana más apasionantes desde que llegué a la ciudad con el pretexto de tomarme un café con Toni Padilla y seguir la estela de Juan Pablo Villalobos sin hacer escala en Lagos de Moreno
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Con apenas seis meses de vida, la librería Lata Peinada, asentada en el multicultural barrio del Raval, organizó el primer
Festival de Literatura Latinoamericana en Barcelona. Había que estar ahí para conmoverse con las reflexiones de Olga Martínez, editora de Candaya —licencia quijotesca—, sobre la titánica labor de supervivencia de una editorial con ambiciones periféricas, en los márgenes de la industria, sin otro grito de batalla que no sea: ¡Aquí hay un escritor!
Luego, con las pulsaciones a tope, Meri Torras habló con Luna Miguel sobre su
Coloquio de las perras (Capitán Swing), una reivindicación de todas las autoras hispanohablantes silenciadas por el simple hecho de ser mujeres. Entonces, tras la charla, algunas de las asistentes, conmocionadas, tomaron el micrófono para darle voz a Cristina Peri Rossi, Alejandra Pizarnik o Elena Garro, «casada antes de cumplir la mayoría de edad con un poeta egocéntrico», como recordaba Guadalupe Nettel en Babelia. Confieso —en voz baja— que me salté el brindis y el show del dúo La Loba por un compromiso ineludible con Agatha Christie y su Muerte en el Nilo en el Teatro Borràs.
Al otro día, aún estremecido, tocó celebrar el sexto aniversario de la librería
Nollegiu con la lectura en italiano de los cantos V y XXVI del infierno de Dante en voz de Marilena de Chiara. El colofón no podía ser protagonizado por otro que no fuera David Trueba, ese pesimista entusiasta que, con el pretexto de presentar su nueva novela, El río baja sucio (Siruela), habló sobre Harrison Ford, el Valle de los Caídos y lo emocionante que le parecía vivir en esta época.
•Lector, viajero y prospecto de escritor.
Dormí en el Wadi Rum y contemplé el rostro
imperturbable de la gran esfinge en la meseta
infinita de Giza. @Ricardo_LoSi