El cese de John Bolton en su cargo de Consejero de Seguridad Nacional, tras estar envuelto en una serie de diferencias con el presidente Trump en temas álgidos como Afganistán e Irán, terminará teniendo consecuencias en la política de Washington hacia Venezuela.
Bolton será recordado por sus tácticas que buscaban
intimidar al chavismo, sin éxito a decir verdad. La amenaza recurrente, sin que hubiese acción de respaldo, terminaron dejando en una especie de pantomima una cantidad de frases en las que se aludía veladamente a la posibilidad de la intervención militar.
El protagonismo de Bolton fue claro entre el 23 de
enero y el 30 de abril de 2019. En el primer mes del año emergió de forma sorpresiva y dando un vuelco a la situación el joven presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, y el cambio democrático parecía a la vuelta de la esquina en Venezuela.
El 30 de abril, en tanto, dejó en evidencia la descoordinación entre las fuerzas civiles y los factores militares
que aborrecen a Maduro. No se produjo el esperado quiebre de las Fuerzas Armadas. Y allí comenzó el calvario de Bolton en sus choques con Trump.
Ya en mayo, el prestigioso The Washington Post apelaba a fuentes directas en la Casa Blanca para confirmar
que Trump se sentía mal asesorado por Bolton en relación con Venezuela. Maduro no estaba tan a punto de caer como habían asegurado las fuentes de seguridad al presidente norteamericano.
Maduro, aunque impopular (cerca de un 90 por ciento de los venezolanos lo rechaza) y considerado ilegitimo
por la mayoría de países de Occidente, sigue siendo el rey, como decía la canción. Maduro, conviene no olvidarlo, sigue teniendo el respaldo firme de las Fuerzas Armadas; controla las menguadas finanzas públicas y resto de instituciones están a su servicio.
Maduro sigue teniendo el poder, si nos guiamos por
los textos clásicos de ciencia política.
Y Bolton ya no está. No hubo ni invasión, ni asomo de
ésta. La charlatanería de Bolton, mostrándose como el bravo del barrio terminó no dando el resultado esperado. Si el chavismo estuvo atemorizado por las amenazas de Washington, pues supo disimularlo muy bien.
Habrá que esperar la definición de quién sustituye a
Bolton en el estratégico Consejo de Seguridad Nacional, pero por lo pronto la pelota en la política exterior hacia Venezuela se devuelve al Departamento de Estado, con el secretario Mike Pompeo y el enviado especial para la crisis venezolana, Elliot Abrams.
Sin Bolton y con Pompeo envuelto en una complicada agenda mundial, habrá que estar muy atentos a los
movimiento y declaraciones de Abrams. Éste, tan halcón como Bolton en sus buenos tiempos, parece apostar más por la presión financiera y diplomática para sacar a Maduro del poder.
Sobre la activación del TIAR a solicitud del representante de Guaidó en la OEA, Abrams ya ha dejado
en claro que ello no es sinónimo de intervención. Una nueva etapa.
• Periodista e investigador de la Universidad Católica
Andrés Bello, en Caracas.@infocracia