Una de las tradiciones más admirables de la política británica es la sesión de preguntas al primer ministro. Cada miércoles al punto del mediodía, durante el período de sesiones del Parlamento, el primer ministro británico está obligado a someterse públicamente a las preguntas de los parlamentarios de la oposición durante 30 minutos. Tony Blair cuenta en sus memorias cómo esas sesiones de preguntas le produjeron gastritis y lo ponían nerviosísimo 24 horas antes. Cuando usted lea estas palabras, la última sesión de preguntas a Theresa May habrá concluido y ella tendrá que dirigirse a la reina para solicitar que invite a formar un nuevo gobierno encabezado por Boris Johnson.
Ya escribí en estas páginas cómo conocí a Boris Johnson durante mi etapa de
estudiante en Inglaterra. Él era candidato conservador a la alcaldía de Londres y derrotó a Ken Livingstone, el exalcalde laborista en cuya campaña yo colaboré.
Johnson es el único conservador en la
historia que ha ganado la alcaldía de Londres, una ciudad tradicionalmente de izquierda. Me sorprendió la inmensa cultura de Johnson, quien, según sus biógrafos, desde niño retaba a sus amigos a competencias de lectura (lee griego clásico y latín sin problema), así como su capacidad intelectual (su biografía de Winston Churchill es un libro
excepcional), pero me perturbó intensamente su humorismo ultranacionalista y xenófobo.
Johnson, mujeriego empedernido, ha prometido que si para el 31 de octubre no logra un acuerdo con la Unión Europea, sacará al Reino Unido a la mala. Un disparate desde todos los puntos de vista que puede convertirse en una catástrofe económica para su país y para Europa. En lugar del convenio con Europa, Johnson confía en conseguir un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, pero no parece darse cuenta de la muy particular actitud del presidente Trump frente a los tratados comerciales.
Johnson habrá de lidiar con el conflicto entre Estados Unidos e Irán. ¿Qué postura adoptaría el Reino Unido en una guerra estadounidense con Irán durante un gobierno de Johnson? El nuevo primer ministro también enfrentará las divisiones internas del partido conservador que lo llevó al poder pero donde mucha gente lo detesta. Además, una nube de incertidumbre se cierne sobre él en caso de que se convoquen elecciones generales. ¿Podría vencer al demencial trotskista Jeremy Corbyn?
Muchas publicaciones le han colgado todo tipo de epítetos a Johnson. Periodista y editorialista de popularidad excepcional, la revista The Atlantic lo ha llamado “bufón intelectual.” Algunos lo han descrito favorablemente y otros de manera muy pesimista. Lo preocupante para el Reino Unido y para el mundo es que nadie jamás lo ha llamado estadista.
En el escenario internacional contemporáneo, faltan voces serias y razonables. No esperemos que éstas vengan del gobierno británico encabezado por Johnson.
•Internacionalista y analista político
@avila_raudel