El rango de impunidad, en nuestro país, es de alrededor del 98 por ciento en ciertos delitos. Pero por algún lado se empieza y la Fiscalía General de la Nación (FGR) desempolvó un viejo expediente de defraudación fiscal (2016) y solicitó la captura de Carlos Ahumada.
La acusación: un millón 472 mil 236 pesos de Impuesto Sobre la Renta (ISR) que no fueron pagados al Sistema de Administración Tributaria.
La policía argentina detuvo el pasado viernes a Ahumada, en Buenos Aires, y las autoridades mexicanas informaron del asunto y quizá iniciaron las gestiones para iniciar el proceso de extradición.
Las cosas no salieron como se esperaba y el empresario fue dejado en libertad a la una de la mañana del domingo. Así lo informó Ciro Gómez Leyva, quien también reveló que los impuestos y las multas habían sido pagadas por el empresario, por lo que el juez considero “absurdas las acusaciones”.
Ahumada pagó, sobre el ejercicio fiscal de 2012, 2 mil 293 pesos por el ISR, 547 pesos por la actualización, mil 965 pesos por recargos y 668 pesos por multa.
Un tropiezo grande de la FGR, porque muestra que no tenían los elementos suficientes para entablar un juicio en nuestro país y mucho menos en Argentina.
La captura causó revuelo y la historia de los video escándalos (2004) se puso de nueva cuenta e la agenda. Algunos leyeron la situación como una medida para demostrar que aquellos agravios no habían sido olvidados. Esta hipótesis se alimenta porque Rosario Robles se encuentra recluida.
Pero como los temas relacionados con los pagos a cambio de obra pública ya fueron juzgados y el propio Ahumada estuvo en la cárcel, había que echar mano de algunos pendientes con la justicia.
Los videoescándalos dieron inicio a una etapa bastante complicada en términos políticos y en la que se mezclaron asuntos jurídicos distintos.
Por ejemplo, el desafuero en contra del entonces Jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, derivó de la violación a una suspensión de amparo por la posesión de un predio en el que se estaba construyendo un camino.
Las narrativas se empalman porque convergen, de modo inevitable, con la disputa por la Presidencia de la República en 2006. Ahumada, por lo ocurrido en los últimos días, pareciera ser preso de esos viejos fantasmas que no han dejado de perseguirlo y que al parecer se pueden volver en una pesadilla para otros de los involucrados en aquel escándalo.
Si algo enseñó el periodo que va del 2004 al 2006 es que nada bueno deja la mezcla de acusaciones jurídicas con disputas políticas y que las fiscalías se deben mantener al margen de los debates y de las ambiciones de unos y de otros.
•Twitter: @jandradej