Hace un año, un conocido empezó a cuestionar las “formas y modos” de protestar de las feministas en México. En aquella marcha como en la del pasado 25 de noviembre, hubo de todo, monumentos rayados, “violencia”, gritos y mentadas. Recuerdo que estaba muy enojado por lo que le sucedió al Ángel de la Independencia. Todos tenían una opinión o dudas, en el mejor de los casos. Lo que más frecuentemente escuché fue la frase “no es la manera” y si usted es de los que piensan así, ha llegado a la lectura correcta.
¿Cree usted que hay una manera correcta de protestar? Exploremos. Sucede que en México son asesinadas 10 mujeres diariamente. Esa sola cifra es escalofriante. Así que usemos nuestra imaginación y busquemos un universo alterno para la perfección de las marchas y manifestaciones. Solo por un segundo pensemos en estos escenarios:
Mujeres calladas marchando en silencio. Mujeres lanzando cánticos al aire esperando ser escuchadas por quien nos oprime. Mujeres con pancartas y paradas a las afueras de los edificios de gobierno. Mujeres buscando pacíficamente ser atendidas por funcionarios gubernamentales. Mujeres denunciando formalmente en las instituciones de justicia. ¿Eso le parece mejor? Bien, lo que usted parece no saber es que todo esto YA SE HIZO y no hubo respuesta. Ni acción. Mucho menos resultados.
El problema es tratar de entender la marcha y sus impactos sin el contexto. Las movilizaciones no empezaron con las marchas. Hace años que las mujeres feministas que han encabezado el movimiento han buscado ser escuchadas y no solo por las autoridades, sino por sus familias, por otras mujeres, por la sociedad en general. Nadie despertó la mañana del 25 de noviembre y a manera de epifanía decidió incluirse en la marcha para hacer pintas y prender las molotov. La rabia fue creciendo mientras usted y yo hacíamos nada.
Las alertas de género no han servido de mucho. En los lugares más violentos, pongamos de ejemplo a Ecatepec, los feminicidios siguen y no han disminuido. Las víctimas son discriminadas. Las autoridades no investigan y no protegen. Basta con leer diariamente las páginas escondidas en los periódicos, vaya a la sección estatal, verá que cada día hay mujeres mutiladas, violadas, desaparecidas, asesinadas.
El resultado de las marchas, eso que usted llama vandalismo, es la desesperación acumulada tras años de angustia, búsqueda, rabia e impunidad. No es que se vea bien que los monumentos sean pintados, pero nunca se trató de que se vieran bien.
Entienda, las marchas son resultado al permanente caso omiso al grito de ayuda. Son las señales de humo desesperadas que se lanzan en la isla desierta esperando que alguien las voltee a ver.