Quién sabe qué esta pasando en la Cuarta Transformación con los hijos y nietos de grandes personajes de la izquierda mexicana que nomás no hacen honor al apellido de sus progenitores, primero fue Rosario Piedra Ibarra que le valió la impusieran en la Comisión Nacional de Derechos Humanos y ahora es Irma Sandoval que en su calidad de “chica anticorrupción” perdona a Manuel Bartlett todas sus anomalías más que probadas y documentadas sobre su conflicto de intereses.
Ahora sí que recordando al fallecido escritor tepiteño Armando Ramírez que decía “que tanto es tantito” para que Sandoval por lo menos lo hubiera (que no existe) exhortado a portarse bien y a no echarle toda la culpa de la cuantiosa fortuna que posee a su no esposa, no amante, no concubina, no amiga, no presta nombres, la poblana Julia Abdala.
Con qué cara la secretaria de la Función Pública que tanta expectativa causó por ser según la servidora de hierro del Gobierno lopezobradorista podrá ver a su abuelo, el luchador social Pablo Sandoval, cuando el creador la llame a rendir cuentas de sus actos en este valle de lágrimas.
Con su perdón al más oscuro personaje del gabinete del Presidente Andrés Manuel López Obrador, la exconstituyente demuestra que no heredó los genes de su abuelo, a quien ella le llama Papá grande, y que al igual que todos los que llegan a esa dependencia se dejó arrastrar por quedar bien con su jefe y no con los mexicanos que conocen la historia de Manuel Bartlett.
Ahora resulta que en su investigación el actual director de la Comisión Federal de Electricidad no tiene bienes suntuosos, vive de su modesto salario de un poco más de cien mil pesos; la veintena de propiedades y empresas que recientemente salieron a la luz pública son producto del trabajo de sus hijos y de su “no sé qué” compañera sentimental desde hace 20 años.
Lo curioso es que a pesar de la animadversión que la funcionaria siente por todo lo que huela a pasado priista, utilizó las mismas armas legaloide que su antecesor, Virgilio Andrade, para defender al exgobernador de Puebla, incluso hasta en el montaje para convocar a rueda de prensa y dar a conocer su fallo.
Irma Sandoval olvidó que años atrás decía de Bartlett que fue el orquestador del fraude electoral que le robó la presidencia a un amigo de su abuelo, a Cuauhtémoc Cárdenas; que fue el gobernador que operó despojos y avaló maquiladoras de esclavitud como narra la periodista Lidia Cacho.
¿Pues qué les ha dado Manuel Bartlett a los protagonistas de la 4T que lo protegen como si fuera un vulnerable funcionario que necesita del manto divino para continuar su lucha por cambiar a México?
No hay, según la funcionaria, pruebas de que el poblano tenga conflicto de intereses como director de la paraestatal aun cuando se documentó que tiene empresas que han hecho y están haciendo negocios con la CFE que él dirige.
La fiscal anticorrupción generó tanta molestia e indignación entre los ciudadanos que, hasta los propios morenistas, los que verdaderamente han militado en la izquierda mexicana, se manifestaron en contra de la resolución; en las redes sociales los adjetivos para Sandoval fueron muchos y muy severos.
Recuerdo que a su paso por la Asamblea Constituyente la corrupción era un tema que en boca de Irma Sandoval lo hizo mantra, no había día, ni momento que no señalara los actos de corrupción del PRI, Bartlett de ahí viene.
Su pasado ya todos los conocemos, lo que se debe juzgar es el presente y ese para Irma Sandoval está limpio…para los mexicanos, no.
¡Chuchuchuchuchú!