En la casa de René Palmeros había mas documentos que enseres del hogar.
Convertida en cuarto de investigación desde que su hijo Giovanni fue secuestrado por policías de tránsito en Veracruz en enero de 2014.
Salió de una fiesta y por meterse en una calle en sentido contrario, lo llevaron a la comisaría de tránsito. Entró, pero nadie lo vio salir. En 2015 sus restos fueron encontrados en la fosa más grande de Latinoamérica: Colinas de Santa Fe.
René se volvió un experto en investigación criminal. Tras sus idas, venidas y plantones con las autoridades, logró que le dieran una sábana de llamadas de los policías que estuvieron con su hijo antes de desaparecer y del celular de Giovanni. La geolocalización de los celulares arrojó que los tres anduvieron esa madrugada dando vueltas por la ciudad y en la misma ruta. Logró que sentenciaran a uno por desaparición forzada, el otro detenido sigue en espera de sentencia y otro más está prófugo.
Si no fuera por su incansable iniciativa, René Palmeros habría tenido la suerte de los otros 17 casos de los cuerpos encontrados en Colinas de Santa Fe e identificados por el área científica de la Policía Federal. Una nimiedad ante la brutal realidad de los 298 cráneos encontrados allí.
En total, en esa fosa descubierta en 2016, se conoce que hay solo dos personas sentenciadas, una por secuestro, el caso de Gerson Quevedo que también fue hallado en esa fosa, y el caso de Palmeros, que fue por desaparición forzada. De 18 casos. De 298 cráneos encontrados.
Colinas de Santa Fe que estaba bajo búsqueda hasta el pasado 08 de agosto por el Colectivo Solecito, fue entregada a las autoridades. Según los registros del colectivo, el balance es aterrador; además de los cráneos encontrados, encontraron más de 22 mil restos humanos, cientos de jeans, ropa interior, identificaciones personales e implantes mamarios (aunque increíblemente ninguno de los cuerpos identificados, han sido mujeres).
Las personas que he podido entrevistar son solamente nueve de esos 18 casos. Algunas familias han decidido permanecer en el anonimato y otras ha sido prácticamente imposible encontrarlas. Las autoridades de Veracruz son herméticas al respecto y aunque se ha solicitado información vía transparencia, los datos son escuetos.
Los forenses aseguran que siguen en proceso de identificación. Lo cierto es que en cuatro años, el avance ha sido insuficiente. A ese ritmo, las autoridades tardarían en terminar de identificar todos los restos en más o menos unos 66 años. Mientras tanto siguen apareciendo fosas en Veracruz y en el país, donde las familias han tenido que aprender el trabajo de las autoridades para no quedar en el olvido.