Con arte, pueblos originarios reprochan la castellanización

En San Andrés Larráinzar, Altos de Chiapas, una persona puede enfermar, incluso morir si uno de sus Vayijeles (espíritu animal guardián, en lengua tsotsil) se pierde o sale de su refugio. La persona afectada sufre malestar, dolor o angustia de forma repentina, pero es posible sanar si un J-ilol (curandero sabio) ayuda a nuestro animal guardián a regresar a su montaña, al sitio al que pertenece y desde el que nos protege.

En la misma región, las mujeres chamulas incrementaron su poder económico y social, gracias a las remesas que sus maridos les envían desde Estados Unidos. Compran camionetas, que utilizarán en algún negocio; heredan a sus primogénitos jóvenes nuevos privilegios y obligaciones. Estas dos historias se presentan en la muestra Los huecos del agua. Arte actual de los pueblos originarios, que desde el 23 de mayo se exhibe en el Museo Universitario del Chopo.

Los artistas Humberto Gómez Pérez y Abraham Gómez, son dos de los 21 autores que participan en la exposición colectiva que reúne 93 piezas, en las que se abordan temas como la autonomía, la castellanización forzada, el territorio, la migración y la ecología.

Los jóvenes creadores proponen una narrativa de la identidad indígena desde una concepción propia utilizando diversos lenguajes artísticos, que van de la videoinstalación al bordado, explicando el sentido de sus creencias y cómo la modernidad occidental y la aceleración económica en sus territorios transformaron sus modos de vida tradicionales. En un intento por controlar su propia identidad, se autorrepresentan y reclaman una voz propia, en la esfera del arte contemporáneo, un campo en el que se produce la cultura legítima.

La relevancia de está exposición radica en su intento por romper la mirada esencialista y cargada de exotismo con que se acostumbra estereotipar el universo indígena. La identidad de los pueblos es dinámica y también se construye con las influencias de la globalización, la vida urbana y los medios de comunicación.

Los pueblos originarios enfrentan las consecuencias de los proyectos de integración promovidos por el Estado desde el siglo pasado. Para la política oficial, lo indígena ha sido sinónimo de atraso, pobreza… y para superarla hizo que los pueblos abandonaran sus costumbres, sus modos de vivir y pensar. El llamado colonialismo interno, fue un programa estatal que busca integrarlos al "desarrollo" mediante la castellanización.

Al respecto, varias piezas cuestionan el impacto que tuvo para los pueblos originarios la descalificación de sus lenguas y de sus sistemas de conocimiento, como la partería. Tlakolulokos, un colectivo de Oaxaca ilustra una visión poco romántica de la condición indígena, mostrando las huellas de la violencia y la exclusión del neoliberalismo en las juventudes tradicionales. Finalmente, aparecen referencias al arte comunitario zapatista, en el que se muestra a un sujeto, cargado de voluntad política para defender su territorio, afirmar su diferencia cultural y luchar por su autonomía; también es una confrontación con el racismo y la discriminación, que son efectos vigentes del colonialismo.

Éste nuevo sujeto político es una metáfora de una multitud indispuesta a perpetuar el despojo.

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Carlos Rojas es antropólogo por la UAM y maestrante en ciencias sociales por la UNICACH. Estudia la cultura popular y el arte contemporáneo desde una perspectiva sociológica y transcultural.

Twitter: @ecoamarillo