POR CLAUDIA BOLAÑOS
Cada año, las Gardenias
de Tepito son las estrellas del partido del fútbol más folclórico del barrio, que con más de 50 años de tradición, atrae público de distintos lugares, pero sobre todo de sus habitantes que abarrotan la emblemática cancha del Maracaná.
Familias completas con la algarabía de sus niños, parejas de novios y
grupos de adolescentes, estuvieron presentes en el juego de las Gardenias contra los integrantes del equipo varonil Hebraye.
En el marco de los festejos de
uno de los santos patronos tepiteños, San Francisco de Asís, las Gardenias: travestis y transexuales que en su mayoría estilistas de la misma comunidad, hacen su afamado juego que nadie quiere perderse, y por eso fue un montado dispositivo policial.
La atención estuvo puesta en el show
de las Gardenias, que sólo salir a la cancha tomadas de las manos, fueron recibidas entre porras, chiflidos y gritos que se mezclaban con las campanadas de la iglesia vecina, la de San Francisco de Asís.
Desde las 10 de la mañana comenzó el torneo en sus distintas ramas, como parte de las festividades
patronales, pero para el encuentro estelar, a las 20:30 horas, las gradas y las orillas de la legendaria cancha, estuvieron ocupadas desde antes Año con año, los uniformes de las jugadoras son distintos, y esta ocasión fue playera y short negros acompañados por de medias de fantasía, faldones multicolores, pelucas descomunales, maquillajes estrambóticos y mucho, mucho relajo.
Ellas correspondieron a su público
lanzando besos, coqueteando, sonriendo, acercándose a los varones para intentar abrazarlos, y aunque algunos huían entre carcajadas, muchos otros, los más, aprovecharon la ocasión para tomarse selfies para sus redes sociales.
Una de las once jugadoras del partido compartió que “es una sensación
indescriptible” el recibir diversas muestras de cariño luego del partido.
Alfonso Hernández, director del
Centro de Estudios Tepiteños, explicó que este espacio es un catalizador de la cultura deportiva del barrio, y que es muy emblemático que las Gardenias, con toda la apertura a la diversidad sexual que implican, sean tan queri das porque reflejan el trabajo y la superación de los habitantes del barrio, “porque ellas han sabido reivindicarse pateando las bolas a los hombres”.
Desde que inició el partido quedó
claro que aquí lo que menos importa es el fútbol, porque las gardenias ni saben patear el balón, ni de reglas deportivas, aunque algunas ya llevan más de 30 años integrando el equipo que formado por un travesti conocido
como Rosa Salvaje, y quien junto con
sus compañeras de entonces, tuvieron que soportar agresiones y otras muestras de machismo.
Pero ahora todo se les permite a
estas futbolistas, por eso su portera se dedicaba más a posar y mirarse al espejo en vez de estar atenta a que no le metieran gol. En un momento que corrió detrás del balón, lo hizo rociándose spray en el cabello para mantener su abultado crepé.
En el centro de la cancha, las jugadoras decidieron cargar a uno de
los contrarios y tirarlo al suelo para intentar quitarle el short, mientras otra tomó el esférico entre las manos para cruzar con él la portería contraria. Eso fue tomado como gol entre el griterío y carcajadas de los asistentes.
“Es el puro desmadre”, lo describió
uno de tantos vendedores de botana para acompañar el partido: cacahuates salados y enchilados, pepitas y habas enchiladas.