En la comunicación política con frecuencia se habla del control de daños, que no es otra que cuantificar el impacto que un escándalo tiene para una figura pública o una campaña electoral. También de forma recurrente, como consecuencia de lo primero se establece una suerte de aislamiento para evitar el contagio.
Se marca distancia para intentar no ser parte del escándalo.
Si se siguen las recientes declaraciones públicas de dos figuras icónicas del progresismo en el Cono Sur latinoamericano, Cristina Fernández de Kichner y Pepe Mujica, éstos de forma clara ya hicieron un control de daños y están haciendo todo lo posible por marcar distancia.
Intentan aparecer como si ellos no tuvieran que ver con el desastre que consume hoy a una sociedad y cuyas secuelas se van viviendo de manera intensa en muchos países de Sudamérica precisamente.
Cristina y Mujica hablan como si lo de Venezuela le fuese ajeno. Como si ellos nada tuviesen que ver con lo que acontece hoy. Como si se pudiese olvidar que con su presencia en los funerales de Hugo Chávez y con el rápido respaldo que le terminó dando la ahora difunta UNASUR (un invento de Néstor Kichnner y de Chávez) a Nicolás Maduro, éste terminara entronizándose en medio de días de confusión.
Darle continuidad al chavismo sin Chávez, impulsando y refrendando a Maduro, fue lo mejor en aquel 2013 para estos dos expresidentes, que lejos de estar en situación de retiro siguen en la arena política, particularmente encendida en sus respectivos países, Argentina y Uruguay, con los comicios presidenciales fijados para el 27 de octubre, por coincidencia en ambas naciones.
Seis años después de que participaran en la operación para entronizar a Maduro, hoy ambos quieren colocar al chavismo en confinanmiento.
CFK (el acrónimo de la ahora candidata a vicepresidenta) se empeña en decir que sí, que hay hambre en Venezuela, y lo dice no por ayudar a aliviar la crisis humanitaria que consume a millones de venezolanos.
CFK pretende, en una arriesgada operación de propaganda, decirles a los argentinos que su país gobernado por Mauricio Macri está tan mal como la Venezuela gobernada por Maduro. Ya veremos qué resulta.
Mujica por su parte, si bien no es candidato a nada en su país, mete baza para que de nuevo el Frente Amplio (la coalición de izquierdas de Uruguay) gane en los comicios. Para ello, finalmente, descubre que en Venezuela gobierna una dictadura, sí, así lo ha dicho, pero que lo que pase allí es asunto de los venezolanos.
Si la Venezuela de los años ´70, gobernada por Carlos Andrés Pérez, hubiese dicho lo mismo del Uruguay dictatorial de entonces, quién sabe cuántas vidas habrían dejado de salvarse. Pero ocurrió exactamente lo contrario, por suerte para miles de uruguayos.
En los próximos 3 meses, cuando se caliente la campaña electoral en estos dos países tendremos más de este tipo de declaraciones. El chavismo está en cuarentena.
Periodista e investigador de la
Universidad Católica Andrés Bello, en
Caracas.@infocracia