Mientras en México postergamos la inversión prioritaria en energía renovable, Costa Rica ha logrado grandes avances en su compromiso con la protección del medio ambiente como parte de la meta número siete de la “Agenda de Desarrollo Sustentable” de las Naciones Unidas. En dicha agenda, se establece que “el acceso universal a energía limpia y asequible para el desarrollo y mantenimiento de labores, seguridad, producción de alimentos, es esencial para el aumento de la eficiencia energética y la creación de comunidades más sostenibles e inclusivas así como la resistencia a los problemas ambientales como el cambio climático”.
América Latina representa una región de gran potencial para el sector de energía renovable, donde la proporción de uso de energías limpias es mayor que en el resto del mundo; así, la fuerza hidroeléctrica provee 54 por ciento de la energía en la región comparado con 16 por ciento en el resto del mundo; también presenta mejores desempeños en otro tipo de tecnologías como la eólica, solar y la geotérmica, las cuales representan ocho por ciento de la oferta versus seis por ciento global.
Costa Rica es bien conocida por sus iniciativas progresistas en la conservación del medio ambiente diseñadas para prevenir la deforestación y preservar sus reservas naturales; ejemplos de esto lo tenemos en la adopción temprana de pagos por programas de servicios ambientales y el desarrollo de la industria del ecoturismo centrada en la riqueza de biodiversidad de la región. En particular, en 2017, en el tema de energía limpia, Costa Rica, logró un récord mundial al suministrar solo con energía renovable y por 300 días consecutivos la red de electricidad nacional,
Más recientemente, el pasado 13 de marzo, en un discurso en la Universidad de Stanford, el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado Quesada, describió el objetivo del país centroamericano de eliminar todas las emisiones de carbono para 2050. La visión de Alvarado es convertir a Costa Rica en una laboratorio de “descarbonización” y ser referente el mundo.
Como parte de su discurso, hizo una referencia interesante sobre el símil que ve en la importancia del valor requerido de aceptar y afrontar la realidad del cambio climático con otros momentos históricos de Costa Rica, como el movimiento de derechos igualitarios y la abolición de su ejército, donde generaciones guiaron y lucharon por el cambio. “Somos los herederos de una hermosa tradición de innovación y cambio”, dijo Alvarado. “Es por eso que estamos haciendo esto: no porque esté de moda, sino porque es una responsabilidad ética... No es una opción, es una obligación”
El Gobierno de Costa Rica ha logrado establecer un acuerdo en conjunto con la Universidad de Stanford para conectar sus centros de investigación y crear un campo de pruebas ideal. La NASA, que financia el esfuerzo, finalmente planea expandir el piloto a nivel mundial para que otros países puedan cumplir con sus planes de biodiversidad y objetivos de desarrollo sostenible.
•Director de análisis financiero fj.cadenanamorfin@gmail.com