Por Óscar Roa
Ante momentos de crisis surgen movimientos artísticos sin igual, ya sea para expresar la circunstancia o para generar certidumbre, así se vio afectado el arte durante la influenza española.
Dentro de la historia de una de las pandemias que azotó al mundo durante la segunda década del siglo XX, se encuentran dos corrientes artísticas en desacuerdo, mejor dicho, en búsqueda de expresar la situación mundial por medio de dos visiones, prácticamente opuestas.
Por una parte, diversos pintores plasmaron en su obra la incertidumbre en la que vivían, dentro de un mundo recién salido de la Gran Guerra, con crisis económicas y, por si fuera poco, una pandemia, a este movimiento perteneciente a las vanguardias se le conoció como dadaísmo, inspirado en lo absurdo de la época, al mismo tiempo que buscaba incentivar un cambio.
En otro término, como respuesta ante ese sentimiento de poca esperanza, surgió la escuela conocida como Bauhaus, la cual buscaba poderse determinar a partir de la abstracción misma, es decir, las obras de exponentes como Kandinsky o Marcel Breuer se enfocaban en darle un sentido de practicidad y funcionalidad a las cosas, incluso se llegaron a plantear debates sobre los esquemas artísticos de la época cuando en 1917, Marcel
Duchamp, bajo el pseudónimo de R. Mutt develó su obra “La Fuente”, misma que consistía en la foto de un urinal con fecha y firma.
Estas dos corrientes lograron una gran explosión artística, ambas influenciadas por un mismo momento de incertidumbre ante una pandemia que cobró la vida del pintor Egon Schiele o del fotógrafo Morton Schamberg.
Imagen: historiando.org y aanmba.org