Dan Premio Cervantes al poeta catalán que dirige última obra maestra de Guadí

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Desde hace cuarenta años, el poeta Joan Margarit i Consarnau ha cosechado los galardones más codiciados de la literatura catalana: el Miquel de Palol, el Vicent Andrés Estellés, el de la Crítica Serra d’Or ⎼los tres en 1982⎼, el Cadaqués a Quima Jaume en 2005, el Cavall Verd, el Premi Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya ⎼ambos en 2008⎼ y el Jaume Fuster de l’Associació d’Escriptors en LLengua Catalana 2016, apenas hace tres años.

Curiosamente, hace exactamente 35 años, a nombre del Estado Español, se le concedió el Premio Nacional de la Crítica 1984.

Pasarían casi veinticinco años para que la centralizada literatura española volviera a interesarse en su obra: En 2008, casi de sopetón, le fueron entregados dos de los reconocimientos más influyentes y politizados del ámbito literario ibérico: el Premio Rosalía de Castro de 2008 y el Premio Nacional de Poesía.

Once años después, en este 2019, el nombre del poeta nacido Sanahuja, provincia de Lérida, no sólo ha vuelto a ocupar los titulares de la prensa cultural española, sino también internacional.

Hace unos meses ⎼apenas en mayo⎼ le fue concedido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana ⎼considerado el más importante de los países de lengua española y portuguesa⎼ y, cinco meses después, otra vez de golpe y porrazo, la Asociación de Academias de la Lengua Española ⎼después de sabe el diablo qué ocultas deliberaciones⎼ le aconsejó al Ministerio de Cultura y Deporte del gobierno español que, bueno, ya era tiempo de premiar la obra de Margarit, ahí nomás, con el Premio Cervantes de Literatura.

¿Cabe impugnar la enorme relevancia que la obra de Margarit tiene en el ámbito literario hispanoamericano? No, digámoslo de forma tajante. La calidad estética y argumental en el trabajo lírico de este poeta que, mezclando la arquitectura y unas estrictas formas poéticas que probablemente extrajo de sus clases de Cálculo ⎼que impartía allá en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona⎼ nos demuestra que estamos ante un poeta de altos vuelos.

Su tema central, hay que decirlo, es la nostalgia. Y eso se observa en muchos de sus poemarios, pienso ahora en Cantos para la coral de un hombre solo y en No estaba lejos, no era difícil. En ellos observamos a una serie de personajes que constantemente miran hacia el pasado y, particularmente, hacia la infancia.

No es difícil sospechar que se trata de la propia experiencia que Joan vivió en su niñez: recordemos que fue un niño que, llevado de la mano por el padre arquitecto y una madre profesora, atravesó una España sojuzgada por el franquismo. De ahí que en la obra poética de este hombre que nació en plena contienda nos topemos con un profundo sentimiento de soledad que va a caballo entre la brutalidad y la indulgencia, y haciendo especial énfasis en la tiranía, el despotismo y, paradójicamente, la clemencia. Quizá por eso hay quienes lo han llamado “el poeta de la crueldad y la misericordia”.