De la Tierra a la Luna

El país siempre parecía estar al margen de los grandes acontecimientos mundiales; si no era “Hecho en México” poco importaba. Sin embargo, esa mañana varios diarios de circulación nacional llevaron a ocho columnas la noticia de un hecho que cambiaría al mundo durante las siguientes décadas: el 16 de julio de 1969, el cohete Saturno V despegaría de la Tierra para llevar al espacio, a bordo de la nave Apolo 11, a tres tripulantes de los cuales dos pisarían la Luna unos días después.

En las últimas semanas algunas noticias habían llamado la atención de la gente, pero nada tenían que ver con el espacio. El 4 de junio se accidentó un avión de Mexicana cerca de Monterrey con un saldo de 79 personas fallecidas entre las que se encontraban Carlos A. Madrazo, el otrora gobernador de Tabasco y presidente del PRI en 1964 —que había intentado llevar una importante reforma al interior del partido y cuya muerte desató cualquier cantidad de teorías de la conspiración— y el tenista Rafael El Pelón Osuna.

También por esos días, se anunció que para 1970 la población total de México sería de 50 millones de habitantes —se vale reír—. El 4 de julio falleció, el general Antonio Cárdenas Rodríguez, comandante del famoso Escuadrón 201, formado por pilotos mexicanos que participaron en la guerra en el Pacífico en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial.

El 7 de julio, para variar y no perder la costumbre, la noticia del día fue que un gran zona del sur de la Ciudad de México se había inundado a consecuencia de fuertes aguaceros. Por entonces todavía era posible enterarse de noticias que unos años después serían impensables en nuestro país: el 13 de julio, tres ferrocarrileros murieron y 27 pasajeros resultaron heridos cuando dos trenes chocaron cerca de Tequila, Jalisco.

Pero la mañana del 16 de julio, al menos por unas horas, buena parte de la humanidad, la que tenía acceso a la televisión, estuvo atenta al despegue del Saturno V. La narración para México desde Cabo Kennedy en Florida fue realizada por Miguel Alemán Velasco: “Es una mañana histórica —expresó—.

El vuelo a la Luna ha sido comparado por su importancia con muchas cosas, desde el viaje de Colón hasta el vuelo de los hermanos Wright y el de Lindbergh… Los historiadores del futuro seguramente dirán que en este día se inició una nueva etapa de la humanidad y del universo. Es probable que ellos digan que la historia de hombre podrá dividirse en este momento en dos grandes etapas, antes y después del viaje a la Luna. La gran epopeya del siglo XX”.

Los tres astronautas se habían levantado a las cuatro con quince minutos, hora de Cabo Kennedy, habían desayunado jugo de naranja, carne, huevos revueltos y café. Minutos después fueron sometidos a la última revisión médica, a las cinco de la mañana se colocaron sus trajes y minutos antes de las siete se encaminaron hacia la plataforma. Neil Armstrong fue el primero que ingresó a la cápsula, seguido por Buzz Aldrin y Michael Collins.

La transmisión cubrió minuto a minuto. “Faltan diez segundos, se enciende la ignición, seis, cinco, cuatro, tres, dos… Se enciende una nube naranja inmensa en el cielo, pura, se dilata y entonces se ve la más brillante que es la que sale del cohete que se levanta lentamente en 18 segundos y ahí va, empieza el ruido atronador, escuchen ustedes. ¡Ahí va el enorme cohete, es difícil describirles a ustedes lo que estamos viendo, lo que estamos sintiendo!”.

Y al grito de “al infinito y más allá”, comenzó el primer viaje del hombre a la Luna, hace exactamente 50 años.