La revista Proceso probó las aguas frente al nuevo poder, el que no es mafioso, y la regañaron. Para dejar en claro que entendió el mensaje, el semanario acusa recibo esta semana con una portada al gusto de los cuentos que cuenta el gobierno. Como ni la imaginación ni el profesionalismo casan bien con la obediencia a chicote, el mensaje principal se ciñe a la caricatura de buenos y malos que nos machacan a diario con una obsesión que podría ser útil, si se quisiera construir algo.
El caso es que “los patrones preparan su asalto al poder”, alerta a la nación, con lenguaje de pasquín trasnochado, el hijo pródigo que regresa dócil al redil. Desde luego, la mentira puede ser útil para escandalizar, pero a condición de no aburrir. El detalle es que el artículo no documenta ningún asalto, lo cual es irrelevante para el semanario, ansioso por comulgar en el nuevo catecismo, y por mandar el mensaje adecuado a quien debe recibirlo: “confirmado, señor, hay enemigos; son neoliberales, son patrones; y promueven una conjura violenta… sí señor: un asalto”. Quizá esto pudiera prender las alarmas en Costa Rica o en Suiza, pero está para bostezar en un país con los niveles de turbulencia y de violencia, estos sí muy reales, que caracterizan a nuestro entrañable terruño.
Claro que el punto no es la historieta del día, sino el guión general, el escenario, la coreografía, la obra completa que el gobierno produce y promueve para desplegar el poder de “Uno”, y mostrar la bondad o maldad de todos los demás, según lo que “Uno” determine. En esta obra, las hienas están de fiesta, desde la política, desde el gobierno, desde los medios, encandiladas con su papel de policías y fiscales, siempre en sus marcas para irse contra “adivina quién”. Aunque algún día ese “adivina quién” pueda ser cualquiera de ellas, porque para eso se amplían los márgenes de la arbitrariedad, precisamente para que cada quién alce la mirada y de reojo alcance a ver su respectiva espada de Damocles.
Serán distintivos de estos tiempos los procesos sumarios y los cadalsos públicos, que funcionan muy bien para extender y normalizar el miedo. Y es que, a falta de talento, el miedo sirve para evadir preguntas e ignorar problemas; construir enemigos y anular oposiciones; destruir instituciones y programas sociales; promover albazos legislativos para perpetuarse en el poder; criminalizar la protesta social después de haber abusado de todas las libertades; y, desde luego, también sirve para que las hienas cumplan con su papel moral, y delaten, y linchen, a quienes hoy conviene delatar y linchar. Y es que ni modo que no se le ponga un alto a gente sin escrúpulos que traman “asaltos al poder”. Faltaba más.
•Director General de Causa en Común.
@japolooteyza