Si una democracia tan antigua y sólida como la británica puede peligrar, el resto del mundo debiera preocuparse y ponerse a temblar. El acoso a la democracia liberal es incesante, llega por todos lados de la mano del populismo. Es el signo de nuestros tiempos, que quizás sean bautizados como los desastrosos años veinte. Hace cien años fueron llamados locos, pero hoy vivimos una era demencial. Algo están haciendo mal las sociedades, que permiten que lleguen a la cima del poder personajes cuyas propuestas se basan en el engaño y la división.
Hay quienes argumentan que la tecnología, las redes sociales y la comodidad de hacerlo todo con un simple botón, han ocasionado este debilitamiento de la democracia liberal; y aunque es innegable la influencia que estas herramientas tienen, la historia también nos dice otra cosa. Finalmente, ya sea por Facebook o bien marchando por las calles con camisas pardas, dictadorzuelos populistas encantan a las masas con sus narrativas simplonas y fáciles de digerir.
Lo peor de todo es que las secuelas que dejan esos gobiernos son en extremo dañinas, no solamente por cuanto hacen al desmantelamiento de las instituciones y el desarrollo de las naciones, sino también en lo tocante al encono social que generan y que viene siendo la piedra angular de sus narrativas.
Justo por eso, recientemente renunció la destacada legisladora británica Amber Rudd, a su cargo como secretaria del trabajo y pensiones. En sus propias palabras, el primer ministro Boris Johnson “ha agredido a la democracia”; y al parecer lo mismo pensó el hermano de este, Jo Johnson, al dimitir como miembro del parlamento. Sería deseable que le pusieran un buen freno a ese chivo en cristalería, pero el daño del Brexit ya está hecho.
Como decía anteriormente, el mal parece crónico y se expande a gran velocidad. La propagación del populismo hace evidente que sin importar el nivel educativo y de desarrollo de los países, el pueblo es pueblo en todos lados y es fácilmente manipulable. Estados Unidos, India, México, Argentina, Brasil, Italia y una larga lista se han dejado llevar por esa terrible corriente que no está siendo debidamente combatida.
▶ ¿Qué se debe hacer y qué debemos esperar? Parece bastante obvio pero es indispensable que los demócratas en todos los rincones del planeta se activen y se alíen. De otra suerte las siguientes dos décadas pueden llegar a ser tan dramáticas como aquellas que siguieron después de la expansión de las dictaduras en Europa: Mussolini en Italia, Salazar en Portugal, Primo de Rivera en España y Alejandro I en Yugoslavia.
Y por si todo esto no fuera suficiente, se empalma con el cambio climático que por cierto líderes como Trump o Bolsonaro se empeñan en negar.
Hoy no estoy precisamente optimista, porque no veo en el horizonte suficientes contrapesos para frenar esta deriva autoritaria y populista. El mundo peligra y se requieren nuevos y diferentes liderazgos.
•Internacionalista, político, empresario
y escritor: @RudyCoen