Desde el FIC de Morelia alzan la voz por 40 mil desaparecidos

Bruno Alonso Avendaño se extravío misteriosamente el 18 de mayo de 2016 en Tehuantepec, Oaxaca. Él es uno de los 40 mil desaparecidos que el gobierno federal reconoce.

Desde entonces, su hermano, el performancero muxe Lukas Avendaño inició un movimiento político y artístico en las embajadas de diversos países de Europa con el fin de que el Estado mexicano expliqué la ausencia de Bruno y de aquellos que no tienen un nombre visible en la interminable lista.

La historia de Bruno, quien estaba enrolado en los cuerpos de la Secretaría de Marina, es narrada desde la voz de su hermano de sangre en La utopía de la mariposa, una reivindicativa ópera prima del documentalista Miguel Crespo y la fotógrafa Valentina Ríos, quienes presentaron ayer un emotivo trabajo de 30 minutos en la competencia oficial a Mejor corto documental en el 17 Festival Internacional de Cine de Morelia, que se realiza hasta el 27 de octubre.

“En el festival se presentan seis trabajos que abordan el tema de la desaparición y eso nos habla de la necesidad de contar esas historias, de esa urgencia por hacerlo porque creo que México se ha convertido en un territorio indolente.

Pensamos que es al otro al que le pasa y no logramos entenderlo hasta que nos damos cuenta de que podemos ser nosotros. En la grabación Lukas me decía: ‘es utópico pensar que puedo encontrar a mi hermano vivo en un contexto de 40 mil desaparecidos, pero no por eso voy a dejar de buscarlo, yo quiero que esto sea una emancipación, una especie de ofrenda para decir que esto no debería suceder”, dijo en entrevista a ContraRéplica el director Miguel Crespo.

Durante tres semanas Miguel Crespo y la fotógrafa Valeria Ríos se internaron en el mundo de la muxedad, de la búsqueda implacable y el activismo férreo para entregar un trabajo documental que fuera de compadecer a Lukas, a su historia o a su madre explora el lado más dignificativo de las víctimas de la indolencia.

“Yo creo que las historias te encuentran. Cuando conocí a Lukas no sabía que tenía un hermano desaparecido. Yo estaba interesado en su arte, en su estética y sin saberlo su vida me llevo a la de los otros 40 mil desaparecidos. Creo que en este tipo de trabajos es inevitable que no termines por mimetizarte, pero cuando terminamos de filmar le dije que viera las grabaciones y que si algo no lo representaba que me lo dijera. Creo que esa es la única manera de dignificar y respetar su caso. Esa es la labor, hacer un trabajo que no revictimice a las personas sino hacer un retrato sincero de los que son.

“Cuando llegamos a Tehuantepec, Lukas me dijo que se tenía que ir a Oaxaca. Teníamos 17 horas viajando desde la ciudad de México y nosotros nos quedamos con su mamá. Pero el me había dicho que no la entrevistáramos. La acompañamos al campo a cuidar sus

borregos y ella entendió el juego de la cámara. Hablamos sobre lo que era tener un hijo desaparecido y ahí te das cuenta hasta qué punto las historias de las personas necesitan ser respetadas”, agregó.

Lukas Avendaño es una de las figuras artísticas más relevantes que la comunidad muxe ha brindado, su trabajo artístico en el que retoma la estética de la muxedad está íntimamente ligada a su faceta como activista y su compromiso con la justicia, con la necesidad de que la violencia, transfigurada en desaparición no se normalice.

"Yo creo que Lukas es un necio, es un terco. Él desde niño era un terco. Su mamá le decía 'vamos a cuidar a los chivos y el decía no, yo quiero estudiar'. Hay muchos aspectos de su personalidad que quedaron fuera del cortometraje pero yo lo percibo como una persona muy brillante en la cuestión discursiva que yo definiría como una libertad de ser, hay muchos Lukas que en esencia son uno.

Como antropólogo es muy lúcido con ideas muy interesantes sobre el género y la muxedad; como artista hace de su cuerpo una herramienta poderosísima que sale al escenario a declamar poesía y como hermano, un buscador incansable", precisó Crespo.