Coincidiendo con el Día Mundial del Libro, el Inegi dio a conocer ayer las estadísticas más actualizadas a nuestra disposición en torno a la situación de la lectura en México. Cito textualmente el comunicado de prensa del Inegi “En los últimos cinco años, el porcentaje de población que leyó algún material considerado por el MOLEC presentó un decremento cercano a los 10 puntos porcentuales: 84.2 por ciento en 2015 contra 74.8 por ciento en 2019”.
Las principales razones declaradas por las que la población no lee fueron: “falta de tiempo (47.9 por ciento) y falta de interés (21.7 por ciento)”.
Lo primero que deberíamos averiguar son los motivos por los cuales se produjo esa disminución en cinco años. Otra cosa. Es desconcertante, pero entre las razones para no leer, no aparece el precio de los libros como causa principal.
Si la falta de tiempo es el obstáculo principal para leer, habría qué medir cuánto tiempo pasamos los mexicanos viendo Netflix, o conectados a internet. Lamentablemente, la encuesta únicamente mide a los ciudadanos, es decir mexicanos mayores de 18 años. A mí me gustaría conocer datos sobre las tendencias de lectura entre la población infantil. No hay manera de saber sin mediciones profesionales, pero mi impresión es que las nuevas generaciones leen mucho más que la mía. Es cosa de darse una vuelta a las librerías del Fondo de Cultura Económica o El Sótano para observar las muy ricas y visitadas secciones de libro infantil.
Suelen tener más clientes y notoriamente más apasionados que las secciones de lectores adultos. En muchas ferias de libro, las áreas con mayor afluencia son las de libros infantiles. La Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil en la Ciudad de México es, aparentemente, un éxito año tras año.
Varios escritores consagrados a nivel internacional como Amos Oz, han publicado novelas dirigidas específicamente al público infantil.
Yo no recuerdo que algo así pasara en mi infancia. Desde primaria querían obligar a los niños a leer las novelas ejemplares de Cervantes, con el
resultado natural de que desanimaban a numerosos lectores potenciales. Otras cuestiones interesantes surgen de hallazgos como el siguiente (vuelvo a citar el comunicado de prensa del Inegi):
“La proporción de hombres que declararon haber leído al menos un periódico la semana pasada fue superior a la de las mujeres, en tanto que ellas superaron a los varones en la lectura de libros y revistas”. ¿Porqué leen más libros las mujeres? ¿Por qué leen menos periódicos? ¿Están más politizados los hombres que las mujeres? ¿O simplemente las mujeres tienen mayor capacidad de concentración y prefieren lecturas más extensas que los hombres? Los datos del INEGI ofrecen una oportunidad fascinante para los investigadores de estos temas.
•Internacionalista y analista político:
@avila_raudel