Avanzo ahora sobre mi alegato del martes pasado. El segundo tomo de la Antología Universal del Discurso Político, prologada por Carlos Slim Domit y compilada por Liébano Sáenz, cuyo análisis inicié el pasado martes, arranca su capítulo VI con textos y discursos relevantes para México. Cita a Hidalgo, Morelos (de nuevo), Ocampo, Juárez, Miramón, Madero, Zapata, Flores Magón, Carranza, Gómez Morín, Luis Cabrera, Lázaro Cárdenas, Reyes Heroles, Octavio Paz, el Subcomandante Marcos, Colosio, Salinas y Zedillo.
En el séptimo capítulo, denominado “El Nuevo orden internacional”, se pueden leer mensajes pronunciados durante las guerras mundiales o en el interludio entre ambas por Wilson, Churchill y De Gaulle o Hirohito; junto a algunos de Jruschov, Kennedy y Ho Chi Minh del tiempo de la Guerra Fría; o de Bush (hijo) y Al Gore sobre la guerra contra el terrorismo.
Por lo que hace al octavo capítulo, “Clamores de Paz”, ofrece textos de Mahatma Gandhi, Pío XII, Bertrand Russell y Teresa de Calcuta, entre otros. Los dos capítulos subsecuentes (el noveno y décimo) abordan, respectivamente, investiduras y textos elegiacos. Entre las primeras resaltan las de Jefferson, Guadalupe Victoria, Madero, Juan Carlos I, Reagan, Havel, Zedillo y Obama (aunque creo que faltaron las de Washington y López Portillo).
Entre los segundos hay que mencionar los de Isabel I, Washington, Bonaparte, Marx, el Che Guevara, Nixon y Charles Spencer, hermano de Lady Di, frente al féretro de su hermana. En el capítulo final, “Voces de la Cultura”, obran selecciones de Wilde, Justo Sierra, Chaplin, Neruda, García Márquez, Solzhenitsyn, Blair y Sanguinetti. Destaca también el notorio esfuerzo sistematizador para seleccionar un discurso o proclama del mismo orador o redactor por encima de otro. El resultado, por lo cuidadoso del procedimiento, deviene extraordinario. Por su actualidad, estructura, orden y coherencia interna, no estamos ante una obra menor y menos viniendo de quienes viene; por el contrario, creo que es de enorme utilidad y que reúne arengas y documentos históricos que dibujan deliberadamente, con claridad y en cierta medida, una historia universal del pensamiento político.
La obra de Sáenz y Slim, producto de décadas de recopilación, es también una convocatoria a repensar el camino que va de la reflexión a la acción (la diferencia entre preocuparse y ocuparse) sin olvidar que la palabra, como lo declara Slim en su prólogo, “se devela a sí misma, definiendo a quien la pronuncia y delatando ideas capaces de transformar mundos”.
Si como dijo Octavio Paz, la historia del hombre es la de la relación entre el intelecto y la palabra, la obra confirma que el aforismo es de cumplimiento obligatorio y de necesaria apropiación en estos nuevos tiempos mexicanos, azotados por la borrasca del cambio, en los que la comunicación política demanda concisión y precisión pero también, por favor, elocuencia y, principalmente, claridad.
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