La semana pasada se declaró desierta la licitación a consorcios internacionales, por lo que el proyecto de la construcción de la refinería de Dos Bocas estará a cargo de Pemex. Las propuestas que se presentaron, dijo el Presidente López Obrador, superaban las condiciones de construir la planta de refinación en tres años y con un costo promedio de 8 mil millones de dólares.
La construcción de Dos Bocas tiene como prioridad la extracción de petróleo y no el desarrollo de energías renovables, estrategia contraria a la de muchos paíse del mundo, explica José Alberto Lara Pulido, director del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad de la Universidad Iberoamericana, dice: “México se distinguía por su trayectoria en los últimos años de cumplir las metas sobre cambio climático, con este proyecto nos alejamos de esa tendencia”.
Por otro lado, una evaluación del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) concluyó que el proyecto de la refinería en Dos Bocas es inviable tanto técnica como financieramente.
Según el reporte del IMP, el costo del proyecto, sin tomar en cuenta retrasos, sería de $14,740 millones de dólares, cifra muy por arriba de los $8,000 millones de dólares estimados por el Gobierno.
Bajo un escenario en el que el proyecto sea financiado al 100 por ciento con recursos públicos para construir un complejo con capacidad para 340 mil barriles diarios, la operación no sería viable para 20 años. La alternativa sería, reducir la inversión a $13,808 millones de dólares y que la construcción sea en Tula, Hidalgo.
La decisión técnica, económica y financiera es no construir la planta en Dos Bocas por los impactos que tendrá y se propone que se reviva el proyecto de la refinería en Tula, Hidalgo, que por sus características permiten casi solventar las deficiencias que presenta el proyecto de Dos Bocas y que le permitirá al país seguir avanzando en la línea que ha trazado el presente gobierno.
Por último, Dos Bocas tiene implicaciones de gran calado en materia ambiental, ya que cualquier planta industrial demanda superficies significativas que generalmente por su costo, se busca habilitar, con el menor esfuerzo.
En este sentido se afecta sin mayor consideración la biodiversidad de los lugares donde se van a localizar las plantas y se modifica todo el paisaje que generalmente pertenece a tierras rurales, al crear infraestructura carretera y ferroviaria, redes de ductos, nuevos núcleos poblacionales, abastecimiento de agua potable y redes de recolección de aguas grises y negras que en caso contrario inician un proceso de deterioro del medio ambiente.
La construcción de la refinería es un despropósito, además las tendencias son hacia la generación de energías limpias. Desde el punto de vista económico es un error invertir en refinerías, nadie en América Latina ha logrado que esta industria sea rentable.