Economía y Otros Pecadillos

Mientras el país se convulsiona por la falta de crecimiento económico; la terrible crisis de inseguridad que azota a todo el territorio, y el conflicto legal y político que está en puerta, a raíz del agandalle que se dio en Baja California con la ilegal intentona del gobernador Bonilla por llevar su mandato de dos a cinco años, hay otros temas que también son trascendentes y que pasan, literalmente, por debajo del radar.

En este sentido, y dada su relevancia, preocupa la falta de una agenda seria en materia de medio ambiente. Y es que el acceso a los beneficios medioambientales, que muchas veces se dan por hechos y no se valoran en su justa dimensión, juega un papel fundamental para el funcionamiento de la economía tal como ahora la entendemos, por decir lo menos, y afecta la viabilidad de la vida en el planeta para las siguientes generaciones, por decir lo más.

Por principio de cuentas, y tal como sucede con la política industrial junto con otras más, el Plan Nacional de Desarrollo (PND) sólo menciona muy de pasadita el tema de la sustentabilidad medioambiental y no da mayores pistas de qué va a ser el Gobierno Federal en la materia. Si tomamos como ejemplo lo que está sucediendo con la industria, donde la falta de mayores menciones en el PND se ha traducido en la ausencia de una política industrial, comenzamos con malas noticias.

A esto hay que sumarle la falta de una consolidación institucional. Al anuncio de la desaparición de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) hay que sumarle que, en un año que llevamos de administración Federal, ya ha habido dos titulares de la Semarnat y ambos casos han pasado con más pena que gloria. De no ser por los incendios forestales que afectaron a la Megalópolis de la Ciudad de México a principios de año, y gracias a las cuales nos enteramos de que en los recortes se habían ido el personal de Conafor que hace el trabajo preventivo para controlar dichos fuegos, y la falta de manifestaciones de impacto ambiental (las famosas MIAs) para poder comenzar con los proyectos de infraestructura de Presidencia, prácticamente no hay nada que decir estas áreas del Gobierno Federal.

O bueno, sí hay si consideramos los recortes de más de 30% que ha sufrido el presupuesto dedicado al medio ambiente con la actual Administración.

Paradójicamente de quien sí se ha hablado, y no necesariamente bien, por su irresponsabilidad medioambiental es de la Secretaría de Energía y sus organismos sectorizados. Y es que no es sólo que estén cayendo la producción de petróleo y los ingresos tanto de Pemex como de CFE o que ya hayan arrasado con tantas hectáreas de manglar para ir preparando el terreno para la refinería de Dos Bocas, sino que nuestras autoridades han decido ir en contrasentido de los paradigmas tecnólogos y las mejores prácticas a nivel mundial para optar por el carbón para la generación de energía (tecnología de hace más de 50 años) e ir cancelando los mecanismos que favorecían la generación de la misma por parte de la iniciativa privada y por medios sustentables (en México hay un enorme potencial para generar energía tanto eólica como fotovoltaica).

Sin embargo, lo que más me preocupa es el entorno internacional. Resulta que el Gobierno de los Estados Unidos anunció el pasado lunes que ha comenzando el proceso para retirarse del histórico “Acuerdo de París”, donde los diferentes países firmantes comprometieron el cumplir diferentes compromisos en favor del medio ambiente, argumentando de manera increíble que generaba muchos costos.

Si de por sí a la Administración del presidente López Obrador no se le ven muchas ganas de entrarle, de manera seria, a los temas medioambientales, la salida de la administración Trump del Acuerdo del París reduce la presión internacional que hay sobre México para que cumpla a cabalidad. Se nos juntan el hambre y las ganas de comer, en perjuicio de las próximas generaciones.