El Arte de provocar

Hay relación intrínseca entre el lugar y la obra. Es decir: las obras de arte se resignifican de acuerdo al lugar en el que son expuestas. Así mismo, los lugares se resignifican en presencia del arte.

¿Nos habríamos cuestionado si un plátano —perecedero y maduro— es una obra de arte si hubiera aparecido, por ejemplo, en la pared de un mercado? No. El asunto es que apareció en la Art Basel Miami, una de las ferias de arte contemporáneo más importantes y conocidas del mundo. Además, en lo que podría ser una jugada mediática, el galerista anunció la venta por 120 mil dólares de la obra denominada Comedian de Maurizio Cattelan y sus dos pruebas de autor. Por si fuera poco, otro artista performer se comió la banana en frente de los atónitos espectadores, que por cierto hacían filas y filas para tomarse una selfie con ella.

El plátano y la cinta eran efectivamente una pieza de “comedia” y lo que sucedió alrededor de ella fue una masterpiece. Los medios de comunicación de todo el mundo, en todos los idiomas y todos los formatos, reportaron la existencia de este suceso y así, aquel que compró esta obra, lo que adquirió fue una historia. Una del tipo que nos hacen volver a dialogar acerca del arte y cuestionar todos sus preceptos, sus formatos, su mercado y su estética.

En cuanto a difusión, una campaña internacional que logró introducirse a la plática de sobremesa en todo el mundo, solo costó 120 mil dólares. Que visto así, es realmente poco.

Días después, en México lo que comenzó como un murmullo, explotó en escenas de violencia por la presencia de un óleo en el que, en estilo neomexicano se retrata a Zapata en estética queer. La Revolución es obra del joven artista, Fabián Cháirez, de 32 años, originario de Chiapas, abiertamente homosexual y millennial. Él se muestra tolerante a aquellos a quienes no les gusta su obra y describe a Emiliano Zapata como un revolucionario, por lo que lo retoma su figura para cuestionar el concepto de masculinidad y abrir el diálogo a la conceptualización de nuevas masculinidades.

No es el primer charro que feminiza y asegura que para él no es una falta de respeto, ni motivo de ridículo aquello que evoca lo femenino. En entrevista a ContraRéplica aseguró que la polémica viene de una sociedad machista, acostumbrada a descalificar.

Aunque la obra es de 2014, hoy es relevante por estar expuesta en el Museo del Palacio de Bellas Artes, el máximo recinto cultural del país, que ya no puede recular ante la propuesta de libertad y revolución que implica la interpretación artística de un héroe nacional como emblema de una de una nueva revolución, que cuestiona los símbolos predominantes de masculinidad.

Es así como la obra potencia su significado y el joven artista entra al Olimpo del arte junto a figuras conocidas, buscadas por la prensa y ampliamente difundidas. Esto revaluará su obra y significa un reto para él por mantenerse en el mainstream y no quedarse en el suceso mediático.

Pero su obra y él no han sido los únicos en reposicionarse. También Bellas Artes, como institución, en general conservadora, de la que se sabe que no permite opiniones políticas en sus guías y mediadores y ahuyenta guías de turistas espontáneos que se atreven a abrir debate ante los murales de Rivera y Siqueiros. Hoy tiene que responder como una institución incluyente, valiente y sólida en su discurso curatorial sin rendirse ante las presiones de los que se sintieron ofendidos .

El arte tiene ese enorme poder de provocar. El poder de cuestionar. El de resignificar y el de hacernos avanzar hacia la transformación. El arte es la Revolución.