El PRD está por terminar un ciclo y tendrán que definir cómo se imaginan en un panorama complejo para la izquierda democrática. En los próximos meses deberán sortear la salida constante de militantes y definir su tránsito y modalidad hacia Futuro 21.
Hace años, ante las elecciones de 1988 y su
secuela posterior, el Partido Mexicano Socialista tuvo una discusión similar. La creación del Frente Democrático Nacional, que se agrupó en torno a la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, había dejado claro que la competencia electoral podría rendir frutos si las fuerzas progresistas se unían.
Al margen de los resultados, en que triunfó el
PRI, quedó claro que había una ruta por recorrer y que esta depararía, con el tiempo, buenas noticias.
Por ejemplo, en diciembre de 1997, Cárdenas ganó
la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal y ello sólo fue el preámbulo de victorias posteriores.
Pero la discusión en la izquierda y sobre todo la
que provenía del Partido Comunista Mexicano y de movimientos sociales como el de los ferrocarriles, resultó intensa. Si bien minoritarios, quienes se oponían a la creación de un nuevo partido, el PRD, argumentaban, por un lado, que se caería, de nueva cuenta, en los grilletes de la doctrina de la Revolución Mexicana y por el otro, que esto significaría un debilitamiento del pensamiento más liberal y socialdemócrata.
En la actualidad las posibilidades para el PRD
no son muchas, porque tienen frente a ellos a Morena, un imán poderoso y que además puede vender futuros.
Por eso es que Futuro 21 parece una buena idea
y un antídoto contra la posibilidad de convertirse en una fuerza política irrelevante.
No va a ser sencillo el tránsito, y esto ya se nota
en las reacciones de algunas de las corrientes, las que ven con desconfianza el proceso de unidad con fuerzas y corrientes con las que no siempre van a coincidir.
Esta semana dejaron el PRD tres personajes
importantes: Alejandra Barrales, quien presidió el partido y contendió por la Jefatura de Gobierno, Raúl Flores, político de años, líder en la capital y militante desde el PCM y Juan Zepeda, senador y excandidato al Estado de México.
Son bajas sensibles, sin duda, y pegan de algún
modo en los nuevos proyectos y colocan nubes de dudas sobre la viabilidad de una organización como Futuro 21.
Ante esto, los próximos meses tendrán que ser,
para la dirigencia, de un trabajo amplio de explicación a la militancia, un proceso de convencimiento en el que quede claro el porqué de la necesidad de crear las condiciones para competir, con oportunidad, en el 2021.
Un desafío grande, pero no más que el de otros
tiempos, cuando oponerse al PRI era una tarea extenuante y en ella se enfrentaban no pocos riesgos.
•Twitter: @jandradej