Columnas
“El patriotismo es lo opuesto al nacionalismo. El nacionalismo es la traición del patriotismo. […] Al declarar ‘nuestros intereses vienen primero, sin importar lo que les pase a otros’ se borra lo más valioso que una nación puede tener, aquello que le da vida, aquello que la impulsa a ser grandiosa y es lo más importante: sus valores morales”, declaró en un discurso memorable el presidente francés Emmanuel Macron.
Para conmemorar el centenario del armisticio de la Primera Guerra Mundial, frente a líderes mundiales como Angela Merkel, Justin Trudeau, Vladimir Putin, e incluso Donald Trump, Macron les recordó la centralidad de la cooperación internacional. En una imagen simbólica reveladora de la actualidad del Brexit, Theresa May, Primer Ministro del Reino Unido, no fue a París. Los británicos tuvieron su propia ceremonia conmemorativa.
Hay que ver las imágenes del discurso y de la ceremonia (disponibles en YouTube) para percibir la indiferencia y a veces el disgusto de Trump ante las palabras de Macron. El semblante del Presidente de Estados Unidos es muy revelador de las políticas que ha defendido.
Como si quisiera poner de manifiesto su disgusto, Trump se tomó la libertad de ausentarse de la inauguración del Foro de París por la Paz, al que acudieron los gobernantes arriba citados después del discurso de Macron. En lugar de unirse al resto de los países asistentes, Trump organizó un homenaje solitario en un cementerio de soldados estadounidenses en Suresnes.
A manera de cortesía simbólica para ejemplificar cómo se desea borrar los agravios del pasado entre Francia y Alemania, Macron permitió que la primera oradora del Foro de París por la Paz fuera Angela Merkel. La canciller alemana argumentó que los seres humanos no hemos aprendido lo suficiente de las dos guerras mundiales, pues en 2017 hubo 222 conflictos que ocasionaron el desplazamiento de 65.8 millones de personas, entre las cuales 50% eran menores de edad. Mientras tanto, el mismo día, ajena o despectiva de la ceremonia por la paz, la extrema derecha de Hungría, Italia y Eslovaquia, se dio cita en Varsovia para celebrar la independencia polaca.
Es profundamente decepcionante que nadie en la clase política mexicana (ni la saliente ni la entrante) se tomó la molestia de pronunciar un discurso, escribir una reflexión o en el colmo de la insignificancia intelectual que la caracteriza, twittear algo sobre el centenario del armisticio de la Primera Guerra Mundial. Dice mucho y nada bueno del horizonte cultural en nuestros grupos dirigentes. El presidente de Francia se preguntó en su discurso “si el aislamiento no fue la solución hace cien años, ¿cómo puede serlo hoy en un mundo interconectado?”. Pues sí, pero casi nadie quiere entenderlo en la actualidad, ni en México ni en el resto del planeta.