Como cualquier persona, los periodistas tienen preferencias políticas —tan sólo hay que ver su Twitter para conocer sus odios—; sin embargo, en su compromiso con la sociedad, deben velar por la comunicación de información veraz y conducirse con la ética que exige su profesión. La información debe ser para ellos, lo que la vida para los médicos.
Con respecto a los acontecimientos de la semana pasada, dentro de los que destaca el conflicto en Venezuela, estuve monitoreando diversos programas de TV abierta, desde los tradicionales de Televisa y TV Azteca, hasta los de Grupo Imagen y Mexiquense TV; sin excepción, aludían a Juan Guaidó como el libertador de una patria, y transmitían la exigencia de un pueblo simpatizante con un golpe de Estado.
Más allá de mi postura, lo que quiero resaltar es la manera en que la TV está transmitiendo información, pues en ese caso, la veracidad se tornó ausente, omitieron que en ese país existe una polarización y que una parte importante de la población repudia la violencia.
Sirva ese ejemplo para advertir lo que Noam Chomsky precisa en su teoría de los medios, la información está llegando a la opinión pública a través de filtros, dentro de los que se encuentra la propiedad privada de los medios de comunicación, por lo que los empresarios contratan a periodistas y comunicadores acordes a su ideología, o bien, los someten a sus exigencias. Dicha situación es grave para la democracia mexicana, donde la TV es el principal medio por el que las personas reciben el acontecer nacional e internacional.
Todavía estamos muy lejos de lograr una TV plural, donde si los periodistas y comunicadores no son capaces de respetar los valores que conlleva su profesión, nosotros generemos conclusiones a partir de un amplio análisis informativo.
Ante tal coyuntura, valdría la pena transmitir a las generaciones que aún están atentas a la TV, que en internet están surgiendo medios alternativos de comunicación y que muchos de ellos se crearon para contrarrestar la hegemonía de los monopolios de antaño.
Frente a los periodistas sometidos, no hay que incurrir en los errores que cometemos cuando juzgamos a los malos servidores públicos, donde pagan justos por pecadores, ya que existe el trabajo de excelentes profesionales que, con su valentía y ética, han puesto en riesgo su vida para descubrir e informar temas de relevancia pública.
En el marco del día de la libertad de expresión, comparto el desprecio por la violencia de la que han sido objeto los periodistas —es inaceptable y de urgente solución—; pero también, es momento de reflexionar sobre el daño que puede causar la actuación en TV abierta de quienes están comprometidos con intereses privados, dejando a un lado la verdadera vocación.
•Doctorante en Ciencias Sociales por la UAM.
Colaborador de Integridad Ciudadana, A.C.
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