Cada cierto tiempo surge en el vasto mundo una voz profética. Rigoberta Menchú, Malala Yousafzai , Greta Thunberg forman parte de esta lista. Greta destaca por su edad, por su discurso articulado, por su oratoria, por su novedad. Parece difícil llegar a pensar en alguien de 16 años que manifiesta estas convicciones, con un inglés de tono nórdico y una vehemencia conmovedora. Me pregunto si una niña de 16 años no debería estar en la escuela y jugando voleibol con sus amigas, más que haciendo declaraciones universales.
Indudablemente el caso llama la
atención. El mundo se impacta notablemente de estas nuevas expresiones políticas. Los medios se hacen eco de ellas. Los políticos en turno citan los manifiestos. Pero siempre hay que verificar si todo lo que brilla es oro, o es el oro (el beneficio económico) el que se requiere hacer brillar.
▶ Todo discurso de este
tipo debe caracterizarse por el fondo y no sólo por la forma. Toda manifestación de reclamo social debe
llevar impreso el sello de la coherencia. Toda exigencia de compromiso social ha de estar amparada en un estudio
profundo de hechos, causas y consecuencias.
Toda petición de
responsabilidad tendrá que estar amparada en un conocimiento sólido de causa.
¿Qué es lo que nos impacta? ¿Que
Rigoberta Menchú es indígena y habla un español muy agradable? ¿Que a Malala los talibanes le hayan disparado en la cabeza? ¿Que Greta es una nórdica con una voz quejumbrosa?
La creación de mitos está presente
en nuestra cultura en forma desproporcionada. Coronamos personajes y los convertimos en adalides de la verdad cultural o social bajo elementos puramente formales. Hay que ir al fondo de las ideas no sólo a lo llamativo de los personajes.
El discurso de Greta no puede
calificarse de malo. Documenta alguna realidad y recuerda la falta de compromiso social. Pero también establece acusaciones genéricas y ambigüedades políticamente correctas.
No podemos negar el discurso con ciertos acercamientos a la realidad,
pero difícilmente lo podemos comprar en plenitud en la forma que ha sido presentado.
Nuestra sociedad carece de capacidad crítica suficiente. Todos estos
nuevos personajes llenan y llenarán los congresos y seminarios del mundo sin que probablemente tengamos claro qué, sobre todo qué, pueden transmitir agregando valor.
El grito de Greta nos tiene que hacer pensar, una actividad cada día
más en desuso. Debe mover nuestra conciencia, porque lo emite una niña de 16 años, pero sobre todo porque tiene elementos a los que hay que otorgar una importancia particular. Vayamos al fondo y no
a la forma, a la realidad y no a los mitos creados por una admiración de carácter preintelectual e intuitivo.
Demos valor a lo que realmente
lo aporta.
•Director de Extrategia,
Comunicación y Medios