En respuesta a la carta que envió AMLO al gobierno de los EU, debido a las amenazas del sinvergüenza más grande de la historia estadounidense, éste, con su acostumbrada estrategia, utilizó Twitter para calificarnos de “abusadores” porque nos hemos aprovechado de la buena voluntad de su Estado.
Dijo que, “América ha tenido suficiente” como si el continente fuera suyo.
No puedo nombrar de otra manera a un mandatario demente, que ha olvidado que los países centroamericanos adolecen de graves problemas gracias a la intervención de él y de sus antecesores. Con su actitud pretende olvidar que, haciendo eco de lo que Todorov denomina como los “enemigos íntimos de la democracia”, EU, al igual que como ocurrió en Afganistán e Irak, irónicamente han tratado de pacificar el orbe con un discurso moral en una mano, y con la otra, con el poder de las metralletas.
Ya se le olvidó que, durante el siglo pasado, transformó a Centroamérica en su patio trasero, convirtiendo a varias naciones en lo que despectivamente se conoce como “países bananeros”, debido a que fraguaron una explotación rapaz de materias primas durante las dos guerras mundiales bajo la dirección de la United Fruit Company. Hay que ver cómo dejaron aquellas tierras.
Con la locura que lo caracteriza, intenta ignorar que, bajo el pretexto de la seguridad nacional, sus antecesores estuvieron detrás de las dictaduras más sanguinarias, como la de Tiburcio Carías Andino, en Honduras; Anastasio Somoza, en Nicaragua, o la de Carlos Castillo Armas, en Guatemala. Asimismo, que apoyaron a la milicia represora de los años 80 con la finalidad de detener al comunismo, como en la guerra civil de El Salvador donde aconteció una violación brutal de los derechos humanos.
En lugar de escudarse en un país como el nuestro, que también forma parte de sus sucias políticas externas, debería responsabilizarse de las consecuencias de su modelo económico y político que han flagelado la esfera regional. Debería estar buscando la menara de resarcir el daño que hicieron a nuestras tierras, pero más aún, a los hombres, mujeres, niñas y niños que fueron víctimas de la violencia. ¿Acaso nadie le ha contado que los militares que supuestamente ayudaban a los gobiernos golpistas abusaban de su poder?
No podemos arrojar piedras a los centroamericanos por las presiones que “El sinvergüenza” está imponiéndonos, sería como odiar a un hermano o hermana que sufre violencia y se halla sumergido en la extrema pobreza y depresión. Cómo culparlos cuando nuestros compatriotas que han decidido aventurarse hacia “el sueño americano” han sido objeto de vejaciones, discriminación y hasta de una cacería salvaje.
No hay de otra, es momento de cerrar filas por nuestra dignidad y soberanía.
•Colaborador de @Integridad_AC