Me senté a escribir esta columna convencido de enaltecer Los miserables, del activista Ladj Ly, una potente reinterpretación del clásico de Víctor Hugo a partir de los abusos policiacos en los suburbios de París; pero, ante la imposibilidad de sacarme de la cabeza a los húsares alados polacos, me vi obligado a dar un volantazo editorial.
Camino a la librería donde suelo reflexionar sobre una especie de caleidoscopio de temas que importan menos de lo que deberían, visité Militaria, la tienda barcelonesa de coleccionismo militar fundada hace 36 años. Confieso que no sé si sea buena idea tener a Stalin flanqueando el recibidor. No lo digo por un tema de sensibilidad, sino porque se trata de un espacio que podría estar consagrado, por ejemplo, a Juan III Sobieski: rey de Polonia, duque de Lituania, mosquetero y líder de los húsares alados en la trascendental batalla frente a los jenízaros a las puertas de Viena.
A la mitad de una profundo proceso interno de debate entre comprar o no una katana samurái y una cimitarra otomana, descubrí un anaquel de la editorial británica Osprey con las colecciones sobre historia militar como quien descubre el aleph borgeano. Hipnotizado por el número dedicado a los pictos de la antigua Caledonia, los mamelucos napoleónicos y un sugerente recuento sobre la batalla de Maldon entre vikingos y anglosajones, terminé entregándome a los legendarios guerreros alados de Europa Oriental con la previsibilidad que me caracteriza.
Para los valientes que han llevado esta breve lectura hasta instancias insospechadas y están ansiosos por contrastar la teoría sobre el origen de las alas del actor, director y maestro de armas polaco Pawel Rouba —quien hablando con Jacinto Antón argumentaba que se trataba de un mecanismo de defensa contra el ataque de lazo de los tártaros —, debo decir que no he podido esclarecer del todo el misterio.
La Osprey concluye, con una descorazonadora solemnidad académica, que «de manera frustrante, nadie ha podido encontrar una pista verdaderamente confiable, un testigo no poético, que confirme que las alas eran utilizadas de manera rutinaria en el campo de batalla». Esta historia continuará…