La música termina definiendo a los países.
Si estamos de acuerdo con eso, entonces podemos asegurar que Argentina es un tango. Y con el emblemático Carlos Gardel, el icono del tango, cobra sentido una de sus estrofas, de la canción “Volver”, ésta dice: Volver con la frente marchita.
De eso se trata el regreso del populismo a ese país.
Le puede llamar peronismo o kirchnerismo, en verdad es lo mismo. En el fondo es lo mismo, siempre lo mismo. La fantasía de que una nación está destinada al éxito, que esto no es fruto del esfuerzo colectivo, que siempre hay un sector que le robó la felicidad a los más pobres.
Y vienen, siempre llegan, los redentores. Los salvadores, los que ofrecen épocas de bienestar porque habrá para todos por igual. Es un eterno ritornello.
Al final esos populismos son un éxito en liberarse de responsabilidades, en decir siempre que la culpa la tiene otro, en algún lugar.
Argentina, viviendo una época pendular, parece encaminada (o tal vez ya está dentro) a regresar al populismo. Casi que podríamos decir que habrá un neo-kirchnerismo si el próximo 27 de octubre se reproduce en las urnas, cuando sean las elecciones presidenciales, esto que ha ocurrido en las elecciones primarias.
Mauricio Macri llegó al poder hace 4 años. Con mayor o menor éxito ha intentado llevar adelante una política económica racional, enfocada en fortalecer la producción y en reducir el tamaño del Estado. Fueron muchísimas las herencias que dejó el período populista anterior: nóminas del Estado abultadas, subsidios sin respaldo, controles de la economía.
Sumando los gobiernos de Néstor Kirchner y luego de su esposa Cristina Fernández de Kirchner (CFK), el populismo neo-peronista gobernó entre 2003 y 2015.
Ahora si finalmente retorna al poder, el gobierno de Macri será a fin de cuentas una excepción en la historia contemporánea argentina.
El regreso de CFK al poder, además, está revestido de simbología. No sólo retorna el poder populista a unos de los países de mayor peso geopolítico en la región, sino que también un resultado favorable al neo-kirchnerismo le terminará dando una bocanada de oxígeno al chavismo-madurismo y al sandinismo, ambos regímenes en épocas oscuras ya que han debido apelar a la represión para poder permanecer en el poder.
Una vuelta de CFK al poder podría generar también una nueva alianza con el México de AMLO, ya que a fin de cuentas si algo define a López Obrador, más allá de cualquier etiqueta ideológica, son sus genes populistas.
El populismo regresa a Argentina, porque incluso en el caso hipotético de que Macri sea reelecto lo hará en un contexto políticamente adverso, en el cual el neo-kirchnerismo será la verdadera identidad nacional.
CFK con la frente marchita, cruzada por denuncias en su contra, habrá vuelto a dominar la escena pública. Y eso, ya habla bastante de lo que diversos autores definen como la razón populista.
• Periodista e investigador de la Universidad Católica
Andrés Bello, en Caracas.@infocracia