Tres elecciones recientes marcarán el destino de la geopolítica mundial. La elección en Israel, de la que salió victorioso el Primer Ministro en funciones Benjamin Netanyahu (romperá récord como el gobernante más duradero en la historia de Israel), mantendrá la orientación de las relaciones internacionales en Oriente Medio que ha prevalecido en los últimos años. Fuertemente apoyado por Donald Trump y aliado de una cauda de líderes derechistas a escala mundial, Netanyahu enfatiza el enfoque de seguridad, combate al terrorismo (¿y al mundo musulmán?), la intolerancia contra los palestinos y la negación de la solución de los dos estados (Israel y Palestina). La consolidación de un gobierno como el de Bibi (así le dicen a Netanyahu) es oxígeno para las fuerzas de derecha radical en el planeta. Queda lamentablemente demostrado que los escándalos de corrupción (Netanyahu tiene varias imputaciones a ese respecto) pueden superarse si el dirigente se exhibe como un hombre de perfil duro, concentrado en la defensa de sus ciudadanos mediante una política de seguridad agresiva. Si bien Netanyahu tendrá que formar gobierno con otro partidos, éstos son aún más derechistas que el suyo.
El proceso electoral de India (la llamada democracia más grande del mundo por sus 900 millones de electores) empezó este mes. La elección es tan larga que entre la votación y el conteo toma dos meses. Alitzel Verspecht escribió aquí la semana pasada un magnífico análisis de la situación en aquel país. Narendra Modi, un Primer Ministro acentuadamente populista, ha tenido resultados económicos ambiguos, pero apela al ultranacionalismo, armamentismo y ha jugado la carta de la polarización contra los musulmanes varios años. Modi busca la instalación mayoritaria de su partido (el BJP) en el Parlamento. Se le opone el tradicional Partido del Congreso, que gobernó India durante décadas, y encabezado ahora por otro más de la dinastía Gandhi (Rahul Gandhi). Hace unos años, Modi barrió con el Partido del Congreso y otros partidos de oposición locales. La diferencia en esta elección pueden hacerla ciertas alianzas opositoras entre varios partidos a nivel local.
Finalmente, hace un par de semanas tuvo lugar la elección de múltiples gobiernos metropolitanos en Turquía. El presidente Recep Tayyip Erdogan, populista, ultranacionalista y promotor de una tendencia religiosa contraria al secularismo histórico turco, domina su país desde 2003 y se caracteriza por la persecución de la oposición desde el supuesto intento de golpe de estado en 2016. Para sorpresa de numerosos observadores, los candidatos de Erdogan perdieron el gobierno de las principales ciudades del país, incluida la capital. El presidente quiere impugnar las elecciones, pero recibió un golpe severo. ¿Cuál fue el secreto? La oposición presentó candidatos comunes. Ojalá los políticos mexicanos fueran menos provincianos y estudiaran lo que pasa en otros países. Arroja mucha luz.
•Internacionalista y analista político:
@avila_raudel