El incendio de la Catedral de Notre Dame parece un signo más de los tiempos que nos ha tocado vivir. La desaparición de referentes intelectuales, artísticos, políticos, éticos, humanos. Decía el filósofo marxista Gerald Allan Cohen que al final de su vida, él se volvió un conservador porque observaba cómo progresistas y reaccionarios de nuestro tiempo habían perdido el interés por preservar aquello que tiene valor. 856 años ha sobrevivido la Catedral de Notre Dame, si consideramos la fecha en que se colocó su primera piedra. Es revelador que haya
sobrevivido a la violencia catastrófica de dos guerras mundiales, pero sufra daños cuantiosos en la época del ascenso de los nuevos radicalismos. Más revelador resulta que el incendio ocurra bajo el gobierno de uno de los presidentes más ilustrados que ha tenido Francia.
La influencia francesa en la historia de México ha sido constante y profunda. En el siglo XIX y el XX, la pintura, literatura, escultura, gastronomía y hasta la política mexicanas se han nutrido y beneficiado de un influjo francés a ratos excesivo. Por eso, la pérdida de un auténtico patrimonio de la humanidad como ese templo se está sintiendo como propia entre los mexicanos. Víctor Hugo, uno de los grandes panegiristas de la catedral de Notre Dame con su novela Nuestra Señora de París, ejerció un ascendiente capital sobre los escritores mexicanos de la segunda mitad del siglo XIX. La catedral misma guardaba entre sus paredes los secretos de una historia de amor mexicana. Ahí, Antonieta Rivas Mercado, la escritora y mecenas que sostuvo un tormentoso romance con José Vasconcelos, decidió quitarse la vida.
El video del incendio y colapso de la aguja de la catedral hace pensar que se quemaba nuestra idea del mundo, como decía José Gaos. Así estamos viendo colapsarse los ideales democráticos, de libertad individual, de fraternidad entre distintos grupos étnicos, nacionalidades, la cooperación multilateral, el comercio que aproxima a los pueblos, el intercambio pacífico de mercancías, trabajadores, ideas. Una filosofía completa derrumbándose ante los ojos de una generación que mira atónita la destrucción de su patrimonio espiritual y las reglas de convivencia que se ha intentado consolidar durante siglos.
El incendio no produce nostalgia por aquello que ya no verán los turistas del futuro, sino terror por lo que padecerán las generaciones venideras. Un mundo donde la belleza ya no es prioritaria, los valores estéticos no son los suficientemente importantes para protegerlos del fuego. Una omisión humana como ésta, deliberada o accidental, produce humildad y zozobra.
Crea conciencia de la fragilidad de nuestros logros, conquistas y de la vitalidad de nuestro entorno. La Catedral de Notre Dame demuestra que nada sobrevive si se deja en manos del tiempo. El arte, la vida y lademocracia son plantas que exigen atención, cuidados y riego permanente.
•Internacionalista y analista político:
@avila_raudel