Los años 20 en Estados Unidos habían resultado una época de desenfreno en donde la moral sexual se había relajado.
El jazz funcionaba como soundtrack que acompañaba las faldas cortas de las mujeres, y los trajes elegantes de los hombres, que o contrabandeaban alcohol o lo bebían a escondidas.
El mundo se recuperaba de la gran guerra de forma desigual. Estados Unidos apenas sintió los estragos de la misma quedando a la cabeza de los avances industriales. La confianza que el pueblo norteamericano sentía sobre su gobierno era casi absoluta, hasta que en 1929 el consumismo de estos no pudo ser alcanzado por el resto del mundo y por ende la producción masiva de bienes y productos terminó por sobrepoblar las arcas empresariales provocando despidos masivos y la caída estrepitosa de la bolsa el 24 de octubre de 1929. El Big Crash le llamaron.
El año 1930 comenzaba con 14 millones de desempleados. El pueblo norteamericano nunca se sintió culpable por el derroche del cual había gozado apenas unos años atrás y culpaba directamente a los banqueros y mandatarios.
Dentro de este contexto, que entiendo podría resultar soporífero, es en donde se da la historia de un par de iconos norteamericanos: Bonnie y Clyde los antihéroes, la pareja de amantes que entre robos y asesinatos se ganaban condado tras condado el respeto y la admiración de la gente. Los Robin Hood modernos se les llego a llamar. Se decía que la gente estaba a salvo puesto que solo robaban bancos y a la policía.
En Emboscada Final del director John Lee Hancock, se intenta reflejar lo anteriormente descrito, pero nunca se logra. Se nos dice, y se nos muestra de forma poco funcional que estos dos asesinos fueron una pareja despreciable que dejaba una estela de muerte a su paso. La historia por demás interesante: un par Rangers texanos retirados son puestos en acción, una vez que la policía resulta incompetente para dar caza a los forajidos. Frank Hamer y Maney Gault -Kevin Costner y Woody Harrelson- son los oficiales retirados un tanto oxidados que servidos de los conocimientos adquiridos a través de los años se disponen a dar fin a la carrera delictiva de los fugitivos.
Desgraciadamente, el filme nunca encuentra su tono y durante sus más de dos horas de duración no sabemos si es una road movie con toques de comedia -comicidad que demerita muchas escenas- de cine negro o thriller venido a menos, que pasa por todos los clichés dignos del género.
Emboscada final es un filme entretenido pero superficial, que contrasta no solamente con otros filmes del género, sino que también consigo misma y que se evidencia en escenas tan mal abordadas como en la que el personaje de Costner carga gasolina; el escenario acartonado falsísimo, choca con el elegante y pulcro automóvil, que contrasta a su vez con el discurso grandilocuente que oímos y que se viene abajo con el chiste remate del personaje de Harrelson. Evidenciando una vez más que Lee Hankcock es un director complaciente con los premios de la academia y el público vano.