POR FERNANDO MORENO
L
os estadios de futbol en México parecen estar secuestrados por la violencia desencadenada por las llamadas "barras", que son grupos de animación de origen sudamericano que llegaron a las tribunas del balompié nacional hace 23 años; a la fecha, han alejado a las familias de los inmuebles y ejemplo de ello fue lo ocurrido en la Jornada 14 en el Estadio Alfonso Lastras, del Atlético San Luis.
Luego de que el equipo de Gallos
dominara en calidad de visitante este encuentro con un marcador de 2-0, la molestia de la barra local se manifestó con violencia en las tribunas, lo que dejó
50 lesionados, entre ellos, dos menores de edad, pero esta no es la primera vez que grupos violentos ensucian al futbol.
En 1996 se creo la Ultra Tuza, del Pachuca, que fue la primera barra en nuestro
país; una mutación de las llamadas Porras que nacieron en 1967 con el equipo del Atlante, que de ser integradas por familias y alentar con cánticos que en su mayoría eran mofas divertidas hacia el rival, pasaron a convertirse en grupos peligrosos.
Fue en los años 90 que inició el auge
de las barras en México y en cada jornada se apoderaban de los estadios, ya que han sido estimuladas con apoyos económicos de los dirigentes de cada club.
Estos grupos comenzaron a ganar terreno por todo México; en 1997 llegaron
Los de Arriba de León y Legión 1908 de Chivas; en ese entonces ya comenzaban trifulcas afuera de los estadios.
En 1998 surgieron más grupos peligrosos, que ganaron fama no precisamente por un buen comportamiento,
pues son consideradas las más violentas como la Rebel, de Pumas; la Barra 51, del Atlas, La Adicción de Monterrey y Libres y Lokos de los Tigres de la UANL.
La Perra Brava de Toluca, tuvo un
comportamiento distinto y han permanecido como una de las más tranquilas, caso contrario a la del América, pues en 1999 nació La Monumental, que no solo ha protagonizado actos violentos en el Estadio Azteca, sino en otros inmuebles.
Durante años se ha abierto el debate
si estos grupos llamados de “animación” deben permanecer en el balompié nacional y a pesar de que la Liga ha puesto medidas como encapsularse, quitarles accesos, vetar a integrantes de por vida, la violencia sigue manifestándose sin importar la sede.