POR MARÍA CABADAS
Ningún actor externo debe meter las manos en
el proceso para elegir al nuevo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) porque la autonomía es un atributo que se despliega en muchas direcciones y sobre todo ante los gobiernos y los actores políticos, sostuvo Pedro Salazar Ugarte, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM y aspirante a la Rectoría de la máxima casa de estudios para el periodo 2019-2023.
“A veces se piensa la autonomía
como si fuera un atributo únicamente contrastable con los gobiernos en turno, nacional, estatal y local. Pero en realidad la autonomía es un atributo que se despliega en otras y en muchas direcciones, por supuesto ante los gobiernos y ante los actores políticos, pero también ante los sectores sociales y hacia todas las instancias que podrían tener algún interés de incidencia en las decisiones universitarias”, señaló en entrevista con ContraRéplica.
Doctor, ¿hay piso parejo en esta
contienda?
Por supuesto, es un juego universitario en el cual las reglas están claras,
existe una convocatoria de la Junta de Gobierno a la cual se han podido inscribir quienes han querido hacerlo; si son tres, cuatro, cinco personas, o una, pues ya depende de las decisiones individuales de cada quien. En mi caso, decidí participar de manera libre y autónoma y he sido muy respetado en mi decisión. Debo decir, que hay un ambiente de cordialidad al interior de la universidad.
Existen versiones en torno a que el
actual rector, Enrique Graue, ya se reunió con el Presidente para continuar en el cargo, ¿qué opina al respecto?
Estoy convencido, porque lo he vivido,
que los procesos universitarios los define nuestra Junta de Gobierno. Si hay algo que caracteriza a la Universidad, es su autonomía y una de las dimensiones fundamentales de la autonomía es precisamente el autogobierno.
Yo estoy convencido de que el rector
Graue, la doctora Angélica Cuéllar y yo, seremos absolutamente respetuosos de las dinámicas y de la decisión que adopte nuestra Junta de Gobierno, que es la principal instancia que toma las decisiones de designación, de directores y de rector o rectora de la UNAM.
¿Cuál es su opinión con respecto a
la propuesta del Ejecutivo federal de eliminar el examen de ingreso a las universidades públicas?
Creo que la premisa de la que parte el
Presidente, es adecuada: la educación es un derecho y como tal debería ser accesible y garantizada para todos. Lo que es equivocado, al menos pensando en la UNAM, es la consecuencia que deriva de esa premisa. La razón por la cual una universidad, como nosotros
no puede eliminar, entre otras cosas el filtro de ingreso, es porque sus capacidades son limitadas. Las instalaciones, el personal tienen una limitación que es de carácter fáctico y en ese sentido, si queremos conservar la misión de la Universidad como queremos hacerlo,
con la calidad y excelencia, debemos reconocer que los límites de nuestra institución están determinados por nuestros recursos de infraestructura, humanos, materiales, etcétera.
¿Cuál sería el futuro de la UNAM en
caso de que se eliminara el examen de ingreso?
Simplemente sería una institución que
se vería rebasada en sus capacidades, pero no sólo de la UNAM sino de cualquier institución. Serían universidades que terminarían fallando en la misión social que tienen. La máxima casa de estudios es una institución pública, que pertenece a la sociedad mexicana y tiene una misión definida en su
marco legislativo y tiene que ver con la generación de conocimientos científicos y humanistas. Si a esta institución la sobrecargas en sus capacidades, la vas a inhabilitar para que cumpla con su tarea social.
¿Cuál es su plan de trabajo en caso
de ser elegido próximo rector?
Mi plan de trabajo, que presenté este
martes ante la Junta de Gobierno, tiene siete ejes principales y en cada caso se presentan acciones concretas para materializarlos. Éstos tienen que ver temáticas que desde hace tiempo la universidad ha venido identificando como sus prioridades.
¿Cuáles son esos 7 ejes?
Por ejemplo, un tema muy importante
que requiere de una actualización permanente, es el de la autonomía. Yo lo que digo es que para garantizar esa autonomía en el contexto actual, hay que centrarse en dos acciones prioritarias: la participación activa de los universitarios en la discusión sobre las leyes General de Educación Superior y la de Ciencia, Tecnología e Innovación, que por mandato constitucional el Congreso de la Unión las tendrá que discutir
y aprobar, aunque en esto la Universidad tiene mucho que decir. Otro punto, tiene que ver con la excelencia de la educación, que es un mandato constitucional y uno más tiene que ver con la ampliación de la matrícula. El acceso a la educación es un derecho humano
fundamental, que debe ser garantizado por el Estado mexicano en la medida de todas sus posibilidades.
¿Pero qué hay con el tema de la inseguridad?
Este es un tema que preocupa mucho.
Creo que la UNAM debe ser un espacio
libre de violencia en su interior, pero también en los entornos en los cuales se encuentran ubicados nuestros campus.
En ocasiones se piensa en la Universidad, pero solamente en Ciudad Universitaria y es un error. La UNAM tiene
presencia e instalaciones en distintas entidades federativas del país e incluso en zonas conurbadas a la Ciudad de México y cada una de las instalaciones presenta desafíos distintos en el tema de seguridad y tenemos que estar muy atentos a las demandas y a las particularidades de cada caso para poder ofrecer respuestas concretas.
¿Qué acciones concretas se podrían
hacer en este punto?
Si pensamos específicamente en la Universidad, lo primero que debemos tener
es un diagnóstico sobre las incidencias y los problemas concretos que se enfrentan en los distintos espacios universitarios. No es lo mismo Acatlán, que Aragón, que Iztacala, que Zaragoza, que Ciudad Universitaria, que Mérida, que
Juriquilla, que Tijuana, que Mexicali. En todos esos espacios, la Universidad tiene campus y debemos estar muy atentos a las particularidades que nos demanda cada una de esas realidades. Hay que entender también que el problema de la inseguridad de la UNAM es hacia adentro, pero también hacia afuera.
La Universidad debe de dialogar y debe contribuir con las sociedades colindantes a nuestros espacios para generar
cinturones de seguridad hacia el interior y el exterior. Porque además la Universidad debe ser corresponsable y solidaria con las comunidades que nos reciben.
Pero, ¿qué hacer para que la comunidad universitaria se sienta más
segura?
Por supuesto que debemos contar con
un mejor mecanismo de transporte, con una política de capacitación muy constante y muy bien pensada para
todo nuestro personal administrativo que es el encargado de estos temas. Por supuesto, también tenemos que desarticular cualquier grupo potencialmente violento al interior de la Universidad. No tenemos la certeza de que exista una vinculación entre la Universidad y grupos violentos, pero sí tenemos que estar muy atentos a que si la hay, no permanezca.
En fin, tenemos que diseñar acciones
muy activas e incisivas para abatir la inseguridad.
Qué hacer para recuperar los espacios ocupados dentro de la UNAM,
como el Auditorio Justo Sierra.
Pero no solamente es un auditorio porque de distinta manera se han ido
ocupando por actores que los han privatizado, hay salones, auditorios. Sin duda el tema del Justo Sierra es relevante, pero este es un problema mucho más grande, por lo que debe haber una buena estrategia para resolverlo. Mi postura es muy clara: los espacios públicos deben ser de todos. Nadie tiene derecho a privatizar un espacio que le pertenece a la comunidad universitaria. En eso tenemos una responsabilidad muy importante, que es la de garantizar que lo que es de todos, pueda ser visitado y como institución, en este caso pública, gratuita y social.