Un eventual enfrentamiento armado entre Estados Unidos e Irán representa hoy la mayor amenaza a la paz.
La confrontación entre los dos países
ha persistido por cuarenta años, pero ahora es grande el riesgo de que conduzca a la guerra.
Las tensiones actuales tienen origen en el programa nuclear iraní, actividades a veces secretas, que
podrían orientarse a la posesión de armas atómicas.
Recientemente obedecen, además, a los misiles balísticos y a la mayor presencia militar de ese país en
la región, por sí, como en Siria, o a través de milicias armadas afines, desde Líbano hasta Yemen.
La posesión de armas nucleares por Irán significaría un riesgo para distintas naciones regionales y
extrarregionales. Sin embargo, para los aliados mas cercanos de Estados Unidos en el Medio Oriente, Arabia Saudita e Israel, el peligro es mayor.
El gobierno de Arabia Saudita ha expresado que, en
ese supuesto, desarrollaría armamento atómico, con la consecuente erosión del régimen de la no proliferación. Israel, por su parte, con una población menor a los nueve millones y pese a su propio poder nuclear, lo percibe como una amenaza existencial.
Por eso, la Administración Obama, al lado de las demás potencias nucleares reconocidas y de Alemania, suscribió en 2015 con Irán un acuerdo que, en esencia, suspendía la producción de plutonio y reducía, en cantidad y grado de enriquecimiento, el uranio enriquecido de que podía disponer el país, ambos elementos químicos indispensables para la fabricación de armas atómicas. A cambio, se levantaban las sanciones económicas que se le habían impuesto.
Empero, en 2018 Trump, pese a la oposición de los
demás firmantes, se retiró del acuerdo y restableció las sanciones. Argumentó la necesidad de asegurar, de manera permanente, que Irán no podría producir armamento nuclear y de limitar su programa de misiles balísticos y sus acciones de desestabilización en la zona.
Por meses, Irán esperó que los otros signatarios
del pacto contrarrestaran las sanciones norteamericanas. Sin embargo, a raíz de que la espera resultó infructuosa, ha iniciado una escalada paulatina de incumplimientos parciales del acuerdo nuclear. A tales medidas se suma su decisión de derribar un dron de vigilancia norteamericano, lo que habría provocado una represalia militar sólo suspendida, a última hora, por decisión de Trump. Además, fuerzas regulares e irregulares iraníes han llevado a cabo distintas acciones contra buques petroleros de diferentes nacionalidades en el Estrecho de Ormuz.
Trump no desea, al menos antes de obtener su reelección y a pesar de la opinión de asesores cercanos
que persiguen un cambio de régimen, medidas militares que puedan desembocar en una conflagración de envergadura. Sin embargo, ante las crecientes tensiones, el riesgo de que esa conflagración se produzca no se puede ignorar.
• Exembajador de México en Israel