En los últimos días, el Financial Times publicó dos editoriales de sus mejores plumas sobre la relación presente y futura entre Estados Unidos y China. El primero de ellos, escrito por Gideon Rachman, analista geopolítico, sugiere que la guerra comercial entre EUA y China terminará por perjudicar más a los estadounidenses. Entre otras razones porque el enfrentamiento concluirá con una serie de concesiones que no resolverán ningún problema de fondo. No solamente eso, insinúa que la conducta internacional del presidente Donald Trump acabará por beneficiar al gobierno de Xi Jinping. De acuerdo con Rachman, la más importante competencia entre Estados Unidos y China no se produce en el terreno económico, sino en la batalla de las ideas.
Las ocurrencias, declaraciones y el comportamiento errático de Trump despojan a Estados Unidos del aura de superioridad moral de las democracias liberales. El hostigamiento de Trump a los periodistas críticos, su desprecio por el sistema jurídico internacional y los derechos civiles, la tolerancia y fomento del racismo contra grupos étnicos minoritarios, desmienten con brutalidad el discurso democrático liberal norteamericano. Si en algo Estados Unidos podía exhibirse públicamente como mejor que el sistema chino, es en las libertades fundamentales garantizadas para sus ciudadanos. Rachman recuerda incluso cómo los manifestantes de Tiananmen cargaban una imagen de “la diosa de la democracia”, sospechosamente similar a la estatua de la libertad. Si la superioridad moral de las democracias occidentales es puesta en tela de juicio, China no tiene motivos para justificar su represión a los disidentes ni las reelecciones ilimitadas de Xi Jinping. Se convierte en un modelo exportable pero no susceptible de ser criticado, pues la alternativa norteamericana deja de parecer mejor.
El segundo artículo es de Martin Wolf, uno de los comentaristas económicos más respetados a escala internacional. Ahí, Wolf sostiene que en el desarrollo de la inteligencia artificial, China podría ganar la batalla contra Estados Unidos. El liderazgo chino en ese terreno se sustenta sobre leyes de derechos de autor más “flexibles” que le permiten copiar innovaciones de otros países y avanzar a mayor velocidad. Un liderazgo chino en inteligencia artificial supondría una amenaza no solamente comercial, sino de seguridad nacional para los estadounidenses. Hasta ahora, la inteligencia artificial suponía un problema por la destrucción de empleos que ocasionará. Aún hay más. De acuerdo con Wolf, los avances en inteligencia artificial podrían desatar una pesadilla tipo Big Brother que incluiría empresas privadas capaces de vigilar a la población consumidora de sus productos. Suena como ciencia ficción, pero no lo es. Ya sea que se imponga el liderazgo mundial chino o se sostenga el estadounidense, México debería reflexionar sobre sus cursos de acción ante cualquiera de estos escenarios. ¿Tenemos un plan?
•Internacionalista y analista político:
@avila_raudel