Evocan al poeta que diseccionó la anatomía social del mexicano

POR MARTHA ROJAS

En 1990 la Academia Sueca, responsable de la entrega anual del Nobel, anunció que Octavio Paz era el ganador al premio de Literatura. El pueblo estalló en júbilo. Paz se convirtió en el primer mexicano en ganar uno de los reconocimientos más prestigiosos del mundo. Un galardón a su trayectoria, y también —de cierto modo— al Laberinto de la soledad, un ensayo publicado en 1950 en el que el poeta diserta sobre la identidad del mexicano.

“Escritura apasionante con amplios horizontes, caracterizada por una inteligencia sensorial con una integridad humanística”, sentenció el jurado.

Ayer, cuando se cumplieron 105 años del nacimiento de uno de los intelectuales mexicanos más influyentes y revolucionarios del siglo XX, el autor de Piedra del Sol fue recordado en redes sociales con versos que no sólo reflejan las posibilidades estilísticas y literarias de Paz, sino la importancia que lo histórico y lo político ejercieron en su obra. Aunque su pasión siempre fue la literatura y particularmente la poesía, frecuentemente tuvo discrepancias con los intelectuales latinoamericanos, pues criticó la falta de libertades políticas y culturales de la Unión Soviética y Cuba.

En la década de los 30 peleó con Pablo Neruda por su ideología política. Neruda se declaró estalinista mientras Paz un sólido detractor de la burocracia de la Unión Soviética.

Al recordarlo en su centenario —hace cinco años— el escritor Alberto Ruy Sánchez mencionó que la obra de Octavio Paz —ensayística, teórica y poética— debería entenderse como una totalidad; tal y como los chinos conciben el entorno. Como una unidad en la que es imposible disociar al hombre de la naturaleza. Su paso por la India, en 1951, y el estudio de grandes poetas como Wang Wei, y otros sabios de la dinastía Tang y Song impulsaron muchas de sus reflexiones estéticas y políticas, pero su estadía en la India, que se extendió por seis años marcó su obra poética por dos motivos: la cultura hindú y su encuentro con Marie José Tramini, quien sería su compañera de vida hasta su muerte.

Su retiro del país asiático fue un acto simbólico de reivindicación política necesario. Tras 24 años de labores en el servicio exterior, Paz declinó tras la matanza estudiantil de 1968.

En la figura de Paz están concentrados los miedos y negaciones que el autor abstrajo como propias del mexicano.

Criticado por sus posturas liberales y su cercana amistad con el gobierno encabezado por el Partido Revolucionario Institucional; su capacidad de provocación así como su innegable sensibilidad y comprensión de la realidad hicieron de Paz el “último intelectual revolucionario”.