• “Mientras las personas no fanáticas tienen ideas, los fanáticos tienen creencias”, Enrique Echeburúa
No estamos acostumbrados a tomar fotografías en un funeral, ni mucho menos al cuerpo que yace en el ataúd previamente a ser enterrado o incinerado. No sabemos cómo hacerlo y las miradas que cuestionan a quien se anima si quiera a tomar su teléfono, son tan poderosas que no deja cabida a nada.
Todo momento relacionado con la muerte de alguien, conocido o no, viene lleno de silencio, de reflexión, de decir lo que no se había dicho nunca de él o de ella, de lágrimas y de soledad.
Esta imagen podría ser considerada un insulto a la vida del hombre tendido en una tabla, en medio de los árboles.
Sin embargo, el hombre que quiere una foto para refrendar ese último momento de presencia física en la tierra, de Fayaz Ahmad Thokar.
Él fue un comandante militante, y también considerado un terrorista que murió en un enfrentamiento con las tropas de soldados Indios.
Fue un conspirador de distintos ataques terroristas en Pulwama y era uno de los más buscados por motivar a muchos jóvenes a unirse a las filas, para apoyar a terroristas extranjeros que operaban en el valle de Cachemira, entre otros ataques.
La ideología, la admiración y el fanatismo es lo que lleva a este tipo de personas, a pararse en la orilla de la tabla que sostiene el cuerpo ya sin vida y descaradamente sacarle una fotografía sin que nadie se lo prohíba.
Culturas distintas, visiones opuestas entre un país como el nuestro y el suyo.
Se considera un espacio íntimo y de respeto al área donde yace el cuerpo del fallecido, por lo que no podría subirse así porque sí, sacar el teléfono y hacer click.
La fotografía puede romper todo tipo de estereotipos, y está bien, de eso se trata un poco el arte, de no seguir un patrón de acciones, para poder dejar abierta la capacidad de crear al artista, pero ¿esto se vale?
▶ Esto no es un trabajo artístico, es un acto de fanatismo.
Según José Sanmartín Espluges, autor del libro El terrorista. Cómo es.
Cómo se hace, dice que la configuración del pensamiento de un fanático terrorista, muestra distorsiones cognitivas, dividen el mundo entre nosotros y ellos y lo más importante, es que ellos mismos se perciben como víctimas.
Es por eso que este chico se justificará diciendo que lo que hizo, era lo mínimo que podría hacer por su líder.
Hace unos años, en Estados Unidos, un joven de 21 años, Michael Dene Ray se suicidó y durante el funeral una de sus amigas levantó la sábana que lo cubría, tomó su mano y le puso un “brazalete de la amistad” tomó una foto y la subió a sus redes sociales.
Sus familiares se ofendieron por no proteger la dignidad de su hijo, por moverlo y sacarle una foto, hasta el punto en que trabajaron en una petición para que fuera ilegal tomar fotografías en una funeraria, puesto que es un lugar donde las personas se reúnen para entregar sus condolencias en privado.
Dirían por ahí que cada quien tiene sus tradiciones, pero la muerte siempre tendrá la mayor solemnidad posible, en todas partes.