Foie gras con Kushner

El convidado no podía tener peores credenciales, al ser un sujeto racista y cuyo eje de su oferta política consistía en descalificar e injuriar a los mexicanos, catalogándolos como delincuentes peligrosos y anunciando, como remedio a la migración, un enorme muro a lo largo de la frontera.

Lo grave del encuentro consistió en que no se valoró con suficiencia el contexto en el que ocurriría y el ambiente que ya envolvía a la opinión pública. El problema no es reunirse, sino saber cuándo y cómo pactarlo.

El costo fue alto, el gabinete se quebró y el primer mandatario tuvo que despedir a su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, el artífice de la visita.

Con el triunfo del candidato Republicano, vino un ejercicio de realismo político, se integró de nueva cuenta Videgaray al gabinete, aunque como secretario de Relaciones Exteriores, y se estableció un canal de comunicación con el yerno del presidente Trump, el joven Jared Kushner

Pasadas las tormentas, hay que admitir que el gobierno mexicano, y en particular Peña Nieto, supo capotear la relación con Trump, no cayendo en provocaciones, pero mostrando al mismo tiempo firmeza y sobre todo en lo referente a los derechos de los paisanos en EU.

Kushner es un elemento clave en la Casa Blanca y es de las pocas personas a las que escucha Trump. Vamos, una parte del éxito de las negociaciones del nuevo tratado de libre comercio, hay que adjudicarlas a los buenos oficios del esposo de Ivanka Trump.

Sin un aliado así, con la locura que impera en Washington, todo se habría complicado aún más.

Por ello, el mantener buenas relaciones con la familia del hombre más poderoso del planeta no es sólo una buena idea, sino una necesidad para el interés nacional.

El error del Presidente Andrés Manuel López Obrador, me parece, no radica en sus encuentros con el asesor de Trump, sino en hacerlo en un domicilio particular y en el que se habló, entre otras cosas, de inversiones por 10 mil millones de dólares.

Un encuentro en Palacio Nacional habría significado el atender a todas las formalidades del caso, y evitar cualquier tipo de especulaciones y más aún en un tema tan delicado como la relación con nuestros vecinos del norte.

Nadie duda que deben de darse encuentros en la discreción, y más ante entornos internacionales complejos, pero en ellos no debe participar el Presidente de México. La diplomacia, como el foie gras, requieren de seguir de modo estricto las recetas, para que no se agrie o descomponga.

Twitter: @jandradej